Cuando te atrevas a acercarte más hacia el pecado que antes hiciste, y jugar con las tentaciones de éste de una manera que antes no lo hubieras hecho.
Cuando tienes en poco los pecados y las debilidades que antes te afligían tanto y te eran tan intolerables.
Cuando tu comunión con Dios y con tu Salvador llega a ser menos íntima, y tu religión consiste en conversar con los hombres y sus libros y no con Dios y su Libro.
Cuando tratas de agradar más al hombre que a Dios.
Cuando te agrada más el escuchar y hablar con otros que orar en secreto y estudiar la Biblia.
Cuando empiezas a tener rencor y amargura hacia los que no están de acuerdo contigo en ciertas ideas en vez de tener un espíritu de amor y dulzura hacia todos los que aman al Señor.
Cuando las esperanzas del cielo y el amor de Dios dejan de interesarte más y, en cambio, ansías las diversiones mundanas.
Cuando este mundo te atrae más y más, y la muerte y la eternidad son temas muy desa-gradables para ti.