¿CÓMO PUEDES REFLEJAR LA MAJESTAD Y GLORIA DE DIOS EN TU PROPIO “TEMPLO”?
PIENSA EN ESTO.
Tomó siete años y el trabajo y destreza de 153 mil obreros. Y el resultado final fue magníficamente asombroso.
El templo de Salomón representó la majestad y la gloria de Dios como nada hecho por manos humanas jamás ha logrado. Como el hogar espiritual de la nación, su presencia en la capital decía más que las meras palabras. Declaraba a las naciones que el Dios del universo reinaba en Israel.
El templo era una ironía: una casa para el Dios del universo. Como lo expresó Salomón: “Y la casa que tengo que edificar, ha de ser grande; porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses, Mas ¿quién será capaz de edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerlo?” (2ª de Crónicas 2:5-6).
No, cuatro paredes nunca podrían encerrar al Dios infinito. Pero sí reflejar en medida ínfima Su majestad y gloria. Y podría mover a los que lo vieran a responder en reverente adoración al Dios que lo había ordenado.
Quizás no te hayas dado cuenta antes, pero Dios te ha comisionado para la misma función en tu mundo. Eres llamado a reflejar la gloria de Dios, que vive en ti. Como lo explicó Pablo: “O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”
(1ª de Corintios 6:19-20).