Había un hermanito que le gustaba resolver problemas difíciles, abriendo al azar la Biblia y colocando su dedo con los ojos cerrados en cualquier página. Tomaba lo que leyera como una orden directa de Dios.
Una vez el hermanito decidió aplicar su método. Abrió la Biblia y colocó su dedo al final de Mateo 27:5, “Salió, y fue y se ahorcó.”
Él cerró rápidamente la Biblia y después de orar, volvió a abrirla. Esta vez señaló justamente la última parte del Lucas 10:37, “Ve, y haz tú lo mismo.”
El hermano, sorprendido y con cierta molestia por lo que leía, repitió la operación.
Esta vez señaló justamente la última parte de Juan 13:27, “Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.”
Desde ese momento, el hermano dejó de practicar dicha costumbre.
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En una iglesia cristiana se congregaban unos jóvenes que eran bien carnales, y también ahí mismo se congregaba una mujer muy hermosa que se vestía un poco extravagante. Su nombre era “Victoria”.
El pastor al terminar el sermón preguntó: ¿Cuántos quieren la victoria? los jóvenes al escuchar tal pregunta saltaron de sus sillas gritando: ¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo!
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Una mujer busca consejería de su pastor, pues tiene mucho coraje con su esposo.
El pastor le dice que sería buena idea que hablara con su esposo y tratara de que oraran juntos.
Al otro día la mujer regresa donde el pastor, todavía enojada con su esposo y le dice: “mire pastor, yo quise orar con él pero me puse a leer la Biblia y encontré que la Biblia me prohíbe orar con mi esposo”.
A esto el pastor asombrado le dice: ¿Cómo que la Biblia le dice que no ore con su esposo? ¡Eso es absurdo!, y ella le contesta: “la Biblia dice: «Orar sin cesar».”. (Porque su esposo se llamaba «Cesar»)
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Un hermano que recién había sido operado del corazón, recibió una herencia de un millón de dólares.
Sus familiares, preocupados por como debían darle la noticia, decidieron enviar al pastor.
Éste llegó a la casa del hermano y empezó con lo usual, “¿Cómo está hermano, como se siente?”
Ya entrados en conversación, el pastor le preguntó, “Hermano, ¿si usted recibiera una herencia de un millón de dólares, que haría?”
El hermano, sonriendo, le contestó: “Pastor, si eso sucediera, yo le daría medio millón a usted.”
En ese instante le dio un ataque al corazón al pastor.
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Un pastor invitó a un predicador a su iglesia de muchos miembros.
Sin embargo, cuando el predicador llegó a la iglesia, el único que estaba presente era el pastor.
Entonces, el predicador preguntó al pastor, “¿Qué vamos a ser?”
El pastor le dijo, “Mire varón, yo tengo una finca y un gran grupo de gallinas. Cuando llevo el alimento y encuentro a una sola gallina, yo le echo el alimento a esa sola gallina. En pocas palabras, varón, déme el mensaje a mí. Si la iglesia no vino, se perdió de la bendición.
Entonces, empezó el predicador a dar el mensaje. Pasó una hora, pasaron dos horas. Después de dos horas y media, el predicador terminó el mensaje, y le preguntó al pastor, “¿Qué tal estuvo el mensaje?”
El pastor dijo al predicador, “El mensaje estuvo bueno, pero a mi se me había olvidado decirle algo.
Cuando voy a echar el alimento a las gallinas y encuentro a una sola, no echo todo el alimento a esa sola gallina.
Le echo el alimento que toca a esa sola gallina, y guardo el de las otras gallinas.
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Cierta noche estaban la mamá y su hijo en casa. El niño derramó la leche, y su mamá le ordenó que limpiara con el trapeador, el cuál estaba en el patio.
El niño abrió la puerta, y la mamá se percató de que él tuviera miedo, y ella le dijo cariñosamente: “No temas, hijo. Dios está en todas partes, inclusive en la oscuridad de la noche.”
Entonces el niño gritó hacia el patio, “¡Señor! ¡Me pasas el trapeador por favor!”
jajajajaja
JA JA JA, YA OLVIDE QUE ESTOY ENFERMO.