La iglesia ha cambiado bastante en los últimos siglos, siendo más compleja y profesional. Hoy es una organización masiva con denominaciones, comisiones, comités, concilios, consejos, y programas. Muchas veces funciona como un negocio, y no un cuerpo, como una fábrica, más que como una familia, y como una corporación, más que como una comunidad.
La iglesia también se ha obsesionado con el éxito, establecer metas superficiales y dar premios a aquellos quienes traen más personas a la iglesia los domingos. Muchos líderes de iglesias entran en pánico cuando la línea empieza a decaer en el gráfico, indicando una caída en la asistencia y las finanzas. Como resultado muchas iglesias se han convertido en centros de entretenimiento, dando presentaciones a rebaños pasivos de personas improductivas que no van a la iglesia. Tales mecanismos atraen a las personas a la iglesia, pero no tienen la habilidad de producir crecimiento genuino y bíblico cuando llegan.
A menos que el Señor edifique la iglesia
Pero Dios nunca tuvo la intención que la iglesia sea así – y todavía no lo quiere así. En Mateo 16:18 Jesús dice, “Y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Nada prevalecerá contra la iglesia. Pero el Señor sí dio una condición a esa promesa: [Yo] edificaré mí iglesia” (énfasis agregado). La garantía de Cristo es válida solamente cuando El edifica la iglesia a Su manera.
Cuando un edificio necesita ser construido, un arquitecto lo diseña, hace planos, y una empresa es contratada para construirla. Si el edificio no es construido de acuerdo al plan aprobado, el inspector de la ciudad no lo aprobará. Similarmente Dios produce un plan para la iglesia, y Cristo la edificará a través de nosotros de acuerdo con Su plan. Cuando nosotros seguimos Sus planos, las puertas del infierno no prevalecerán en contra de nosotros. Pero si nos apartamos de Su plan, renunciamos a esa garantía. Iglesias en el Nuevo Testamento, a través de la historia, y a través de los Estados Unidos han hecho exactamente eso. No existen muchas iglesias porque no permitieron que Cristo las edificara como Su iglesia a Su manera.
En Apocalipsis 3:1 el Cristo resucitado tiene esto que decir a la iglesia en Sardis: “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto’”. A pesar de las apariencias, esa iglesia fue operada por personas como aquellos quien Coleridge hizo famosos en The Rime of the Ancient Mariner [La rima del marinero anciano]. “Cadáveres están a cargo del barco; hombres muertos tiran los remos; hombres muertos levantan las velas; hombres muertos dirigen el buque”. Sardis era un cadáver eclesiástico porque se había apartado de los planos divinos.
Una iglesia del Nuevo Testamento siguió los planos perfectamente. La primera iglesia – la iglesia de Jerusalén – nació en una reunión de oración en el día de Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino y llenó aproximadamente a 120 personas reunidas en un cuarto (Hechos 1:13-15; 2:1-3). Después de una manifestación dramática del cambio que vino sobre todas esas personas, Pedro predicó a la población (v. 4-40). Cuando él había terminado, casi 3,000 personas fueron agregadas a la iglesia (v. 41). Usted pensaría que una iglesia de ese tamaño tendría muchos problemas. Pero tuvo pocos, porque siguieron los planos.
En su infancia la iglesia fue sin mancha e incorrupta. Las personas no conocían nada sobre la edificación de una iglesia; no tuvieron ningún precedente. No tuvieron un libro sobre la iglesia; ni tuvieron el Nuevo Testamento. No tuvieron conferencias, seminarios, convenciones, ni expertos a los cuales podían ir. Pero fue edificada de acuerdo al plan de Jesús; y ese es el modelo para la iglesia de hoy.
El regreso a los planos
Hechos 2:42 da los planos que siguieron: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. Esas cosas componen la función actual y vida de la iglesia. Cada una es vital.
Los componentes de la congregación
Jesús edifica a la iglesia con creyentes. Versículo 41 identifica la iglesia como siendo compuesta de “los que recibieron su palabra”, y “se dedicaban continuamente”. Jesús dijo, “Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos”. Continuando y permaneciendo en Cristo es prueba de la salvación. La iglesia de Jerusalén fue llena de personas salvas.
Mientras eso puede ser un comienzo obvio, muchas iglesias son llenas de personas incrédulas. Un pastor me dijo, “Yo creo que el problema con nuestra iglesia es que la mitad de la junta no es salva.” Eso sí es un problema: ¿Cómo pueden operar la iglesia de Dios y de Satanás juntos? No hay lugar en la iglesia para personas que no aman a Jesucristo.
Eso no quiere decir que no debemos invitar a los incrédulos. Queremos que asistan para que puedan escuchar de Jesucristo y venir al conocimiento salvador de El. Pero la membresía de la iglesia – aquellos quienes sirven a Cristo – debe consistir de los redimidos.
Lo que Cristo le dijo a la iglesia en Pérgamo ilustra los peligros de mezclar a los creyentes con incrédulos en la iglesia: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación” (Ap. 2:14). Cristo acusa a esa iglesia del compromiso.
La “doctrina de Balaam” se refiere a Números 22:25. Balac, rey de los Moabitas, quiso eliminar a Israel. El contrató a Balaam para maldecir a Israel. Cuando ese plan no funcionó, Balaam soñó un plan alternativo. El le enseño a Balac a corromper a Israel permitiendo que las mujeres moabitas se casaran con los Israelitas. El plan de Balaam funcionó, y el poder de Israel fue socavado.
Eso es exactamente lo que pasó en Pérgamo. La estrategia de Satanás fue simple: infiltrar la iglesia con incrédulos. Una vez que se establecieron en la iglesia, ellos les enseñaron el adulterio y la inmoralidad espiritual. La condenación de Cristo hace claro que los cristianos deben, a todo costo, permanecer puros y separados del mundo. Pablo dice, “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”. (2 Corintios 6:14-16).
En Hechos 2:38 Pedro dice, “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Si la iglesia ha de ser edificada en la manera que quiere Cristo, no solamente será redimida pero también facultada por el Espíritu Santo. Libre de voluntad, agendas personales, y el pecado deben ser apartados para que el Espíritu de Dios pueda reinar en la asamblea de los creyentes.
¿Qué de tú iglesia – Haz examinado el número de membresía últimamente? ¿Conoces la condición espiritual de cada miembro? Esa es la responsabilidad de cada iglesia local, pues Cristo solo bendecirá a la iglesia comprometida a regenerar la membresía de la iglesia.
Actividades esenciales
Enseñanza bíblica. La primera iglesia no tuvo el Nuevo Testamento, pero tuvo la “enseñanza de los apóstoles”, la Palabra de Dios. Pablo dijo, “Reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 Corintios 14:37). El clamó inequívocamente que todo lo que él enseño sobre Dios, Su evangelio, y Su iglesia fue la misma enseñanza de Dios. Dios dio Su Palabra a través de los apóstoles.
La iglesia de Jerusalén fue comprometida a dar y recibir la Palabra de Dios. En 2 Timoteo 2:2 Pablo dice, “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. Dios nunca tuvo la intención que la iglesia fuera un centro de entretenimiento en donde las personas pueden participar en “deportes”. El quiere que nos reproduzcamos en otros.
Pablo instruyó a Timoteo, “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4:2-3). Ese tiempo ha llegado. Si no enseñamos la verdad, ¿cómo reconoceremos el error cuando venga? Nunca permita que alguien que no es comprometido a enseñar la Palabra de Dios se pare en el pulpito.
Compañerismo. Algunos creen que no se puede tener compañerismo en una iglesia grande. Pero de acuerdo a Hechos 2, tres mil personas continuaron constantemente en el primer compañerismo de la iglesia. El compañerismo (gr. koinonia) sugiere el compartir y la comunión – un terreno común. En el contexto del cristianismo, se refiere a una participación común en la vida eterna de Dios, la salvación provista por Cristo, y la bendición del Espíritu que habita en uno.
Con eso como nuestro terreno común, debemos compartir nuestras vidas amándonos el uno al otro y orando el uno por otro, edificándonos, exhortándonos, y dando a otros. No importa el tamaño del grupo, siempre podemos dar nuestras vidas a aquellos quien Dios trae a nuestro camino.
Desafortunadamente, muchos cristianos fallan en completamente participar en una congregación local. Y muchos quienes sí van a la iglesia se sientan en aislados y solitarios, sin involucrarse. Hebreos 10:24-25 es un recordatorio sano para esas personas: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Verdaderamente nos necesitamos el uno al otro.
El enfoque central de la comunión de la primera iglesia fue el partir pan – la cena del Señor. Ese era un símbolo del compañerismo entre los miembros. Todos los cristianos se conocen al pie de la cruz como pecadores salvos por la gracia de Dios. Ese es nuestro terreno común. Conforme nos acordamos del sacrificio de Cristo por nosotros, la comunión se convierte en un día de celebración de nuestra unidad y compañerismo.
Oración. Hechos 2:42 dice que las personas en la iglesia de Jerusalén continuamente se dedicaban a la oración. Esos queridos cristianos se acordaron de la promesa del Señor: “Si algo me pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14). Ellos actuaron en eso y se dedicaban a la oración corporativa.
Ese tipo de oración es descuidada mucho hoy. La iglesia se llena para un concierto, una película, o algo extravagante. Pero cuando hay reunión de oración, solamente unos pocos fieles llegan. La iglesia se debe comprometer a la oración porque así es como reconocemos nuestra completa dependencia en Dios.
Cuando los miembros son salvos y llenos del Espíritu, y cuando son comprometidos a la enseñanza, el compañerismo, y la oración, la iglesia está siguiendo los planos de Dios. ¿Entonces, cual es el resultado?
El carácter propio
Infundiendo temor
Hechos 2:43 dice, “Y sobrevino temor a toda persona.” En la Escritura la palabra griega traducida “temor” (phobos) muchas veces habla de temor en el sentido de reverencia. Es reservada para tiempos especiales cuando las personas se llenan de temor por algo divino o poderoso que no puede ser explicado.
Lucas 7:11-17 nos dice que Jesús resucitó a un hombre de entre los muertos en medio de su cortejo fúnebre. De hecho, “Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar” (v. 15). ¡Te puedes imaginar la reacción que causó! Versículo 16 dice, “Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios”. Los testigos se quedaron con un sentido de temor por la maravilla que había ocurrido en medio de ellos.
La iglesia debe ser capaz de infundir temor en la comunidad. Los miembros de la primera iglesia lo hicieron. Versículo 43 dice que todos estuvieron en temor de ellos. La misma existencia de la iglesia fue inexplicable. Un día no hubo iglesia; y ¡al siguiente día había 3,000 personas en ella!
Manifestando el poder de Dios
Hechos 2:43 dice, “Muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles”. En los tiempos del Nuevo Testamento Dios dio a los apóstoles poder para hacer milagros para confirmar lo que predicaban. Pero una vez que Su Palabra fue completada y registrada para nosotros en la Escritura, los milagros no eran necesarios.
Sin embargo el poder de Dios sigue siendo manifestado. El sana a las personas de sus dolencias, repara hogares destruidos, y trae a personas fuera de su esclavitud de pecado hacia Cristo. El transforma vidas. Cuando la iglesia sigue el diseño de Dios, El hará cosas maravillosas y poderosas, y el mundo tomará nota de ello.
Amarse uno al otro
Hechos 2:44-46 dice, “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. A mí me gustaría tomar la frase “Todos los que habían creído estaban juntos” y ponerlo como bandera sobre la iglesia para significar la unidad cristiana. Desafortunadamente no podemos decir eso de muchas iglesias hoy en día.
La primera iglesia fue llena de amor – su gente tenía “todas las cosas en común”. Ellos no poseían nada, y no excluían a alguien que tuviera necesidad. Los verbos griegos traducidos “vendían todas sus propiedades” y “los compartían” están en el tiempo imperfecto, implicando que los creyentes continuamente vendían y compartían sus recursos conforme los necesitaban.
Eso no se refiere a una ideal comunista en donde todos ponían sus cosas juntas y las repartían igualmente. Eso no les daría a las personas oportunidad de expresar su amor. En parte, las desigualdades existen en la iglesia para darnos oportunidad. La primera iglesia expresó un amor que fue obvio a la comunidad.
Cuando hay personas tremendas, poderosas, y amorosas son puestas en una comunidad incrédula, habrá resultados. Y la iglesia con el contenido y carácter propio verá suceder las cosas correctas.
Cuando sigues las direcciones
Hechos 2:46 dice que los cristianos hicieron todo “con alegría”. La iglesia tendrá personas alegres. La primera iglesia fue alegre porque sus miembros estaban haciendo un impacto en el mundo, amándose uno al otro, y viendo a Dios obrando – todo porque habían seguido el diseño de Dios.
Versículo 47 agrega que estaban “alabando a Dios”. Mientras que una gran parte de este mundo está en rebelión contra Dios, hay pequeños grupos de creyentes que le ofrecen alabanza. La iglesia tenía gozo porque se enfocó en la gloria de Dios y en adorarlo como corresponde. El conflicto en la iglesia no tiene cabida entre aquellos quienes su enfoque es en la preeminencia de Dios. El gozo viene de la unidad, y la unidad viene de la alabanza de Dios de parte de todos.
Hechos 2:47 concluye diciendo que los creyentes en la iglesia hallaron “favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. El Señor agregó personas a la iglesia por su estilo de vida favorable. Una iglesia piadosa es atractiva.
Es mi deseo ver la iglesia crecer, y estoy seguro que tú compartes la misma meta. Si nos comprometemos a seguir los planos de Dios y de manifestar el carácter apropiado en nuestras iglesias, la iglesia completa glorificará a Dios. Mi oración es que dejemos que Dios edifique la iglesia a Su manera para que las puertas del infierno no prevalezcan contra ella mientras esperamos la venida del Señor. Si quieres hacer lo mejor de tu iglesia, solamente sigue los planos, y anima a los líderes de tu iglesia a hacer lo mismo.