NUESTRO DIOS DE GRACIA PERDONA
AL QUE SE ARREPIENTE DE CORAZÓN
Y NUNCA MÁS
VUELVE A TENER EN CUENTA
SUS PECADOS.
Señor Dios, confío en que no me negarás tu misericordia: que siempre me protejan tu amor y tu verdad. Muchos males me han rodeado. Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón desfallece (Sal. 40:11-12).
Sin embargo, Padre, te agradezco porque si mi corazón se conmueve y humilla ante ti, y si es como el de aquellos que se rasgaron las vestiduras y lloraron en tu presencia, entonces puedo saber que me has escuchado, Señor (2 Rey. 22:19).
Te confesé mi pecado, no te oculté mi maldad y tú perdonaste tanto mi maldad como mi pecado (Sal. 32:5).
(por Beth Moore)