Viviendo Por Cristo Por Su Poder

Viviendo Por Cristo Por Su Poder
Texto: 2 Pedro 1:1-11

Buscaremos honrar a Dios en las decisiones que tome, las cosas que hagamos, las  palabras que digamos y la vida que vivamos.

Versículo clave: «Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar  ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo». 2 Pedro 1:8

UN VISTAZO PRELIMINAR

Hoy comenzamos un estudio en 2 Pedro. En muchos sentidos esta epístola es similar a 2  Timoteo. Así como Pablo, cuando escribió estas palabras Pedro sabía que su tiempo en la  tierra estaba llegando a su fin. La muerte inminente agudiza nuestras mentes y define  nuestras prioridades. Cuando vemos la vida como un riachuelo interminable de tiempo,  pensamos de manera distinta que la que tenemos cuando sabemos que nuestro tiempo es  breve en la tierra. Cuando Pedro escribió estas palabras, estaba en el ocaso de la vida y  expuso las ideas que eran vitales para él tanto como para quienes les escribió.
Su propósito es que conozcamos la Palabra de Dios y confiemos en ella por completo. A  menos que basemos nuestra fe en la inmutable Palabra de Dios nos vemos forzados a  confiar en nuestras propias observaciones, o en los recuerdos inciertos de quienes han pasado  antes de nosotros. Pedro sabía que la herejía estaba en el horizonte para los cristianos de su día, y él quería advertirles sobre los maestros falsos e instarlos a  permanecer anclados a la Palabra de Dios.
Claro, Pedro escribió en obediencia al mandato de Jesús. La Biblia no es un libro de ideas  de hombres; más bien es la comunicación de Dios con la raza humana, dada por medio de  humanos usados como instrumentos. Jesús usó a sus apóstoles para darnos el Nuevo  Testamento. De esta manera tenemos un mensaje que podemos entender y usar todos los  días para mantenernos alejados de error doctrinal y guiarnos a un desarrollo espiritual  adecuado.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. La fe preciosa
2 Pedro 1:1-4

1. Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia  de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
2. Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.
3. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su  divino poder, mediante el conocimiento de aquel que os llamó por su gloria y excelencia,
4. Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por  ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción  que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.

Pedro comenzó su segunda carta al pie de la cruz de Jesús. Hay muchas cosas que separan  a los creyentes en Cristo, pero hay una experiencia unificadora que comparten todos los  cristianos verdaderos. Son salvos y todo hijo de Dios es nacido a la familia de Dios  exactamente de la misma manera. Pedro obtuvo una fe preciosa en Jesús y nosotros  también podemos hacerlo. Observe que no había ningún privilegio especial dado a estos  hombres que estuvieron físicamente presentes con Jesús. Los hombres del primer siglo que  jamás habían visto a Jesús en la carne habían obtenido exactamente la misma fe que  Pedro tuvo. Dios de hecho no hace acepción de personas.
Nuestra fe en Jesús nos ha traído tres privilegios que no están disponibles de ninguna otra  fuente. Son la gracia, la paz y la sabiduría de Dios. Gracia es un regalo inmerecido. Gracia  es el proceso por medio del cual obtenemos cosas que no merecemos. Por el contrario, la  misericordia es el proceso por medio del cual no obtenemos lo que sí merecemos. Por la  gracia de Dios somos lo que somos. No hemos hecho nada para merecer o ganar gracia. Somos salvos por gracia, vivimos por gracia y seremos recibidos en gloria a  través de la gracia. El mundo no le ofrece gracia a nadie; la gracia de Dios sólo está  disponible en Jesús y a través de Jesús.
La paz es el resultado de nuestra preciosa fe. Ésta no es la paz que el mundo da. En el  mundo hay un tipo de paz falsa que principalmente es el cese de hostilidad. Cuando  decimos que dos naciones están en paz, no queremos decir que se aman la una a la otra o  que viven en armonía entre ellas. Queremos decir que no se están disparando la una a la  otra. Lamentablemente, así es como muchas personas definen la paz personal. La paz que  Jesús da es una virtud positiva. Invade nuestros corazones y controla nuestros espíritus de  tal manera que podemos enfrentar la vida con calma, sin importar cuan grandes tormentas  puedan rodearnos. Esta paz traspasa todo entendimiento de la humanidad, y da como  resultado el gozo indescriptible y lleno de gloria.
La gracia y la paz llegan a nosotros a través de la sabiduría de Dios y Jesús. Conocer a  Dios no cambia nuestras circunstancias, pero sí nos cambia a nosotros mientras estemos  en ellos. Cuando sabemos que somos los preciosos hijos de Dios, sabemos que Dios tiene  un plan personal para cada una de nuestras vidas y sabemos que podemos vivir de acuerdo  a ese plan, vemos tanto la tragedia como el triunfo con una luz distinta.
El poder de Dios nos ha dado todas las cosas asociadas con la vida y la piedad, o  literalmente todas las cosas que necesitamos para vivir una vida piadosa. Esto no significa  que Dios promete darnos todo lo que queramos. Dios nos dará lo que necesitemos para  alcanzar su voluntad. Ésta es otra idea maravillosamente liberadora. Los recursos  ilimitados del cielo están detrás del hijo de Dios más humilde que desee hacer la voluntad  de Dios. Jesús enseñó que todo el poder le había sido dado en el cielo y en la tierra. Él usa  ese poder para capacitar a su pueblo a hacer lo que Él hizo, y Jesús hizo la voluntad de  Dios. Una y otra vez Jesús declaró claramente que las cosas maravillosas que hizo fueron  hechas por el poder de Dios obrando a través de Él. Ese poder aún está disponible para  nosotros hoy.
El privilegio y el poder están respaldados con promesas. Las promesas dadas al pueblo de  Dios son literalmente demasiado fantásticas para ponerlas en palabras. Nuestros ojos no  han visto y nuestros oídos no han oído y nuestros corazones jamás han considerado las  cosas que Dios ha preparado para quienes le aman y le sirven. De cualquier manera que  usted conciba el cielo, está equivocado; es mejor que eso. Nosotros no podemos sólo  esperar el cielo con nuestro Señor; podemos escapar las lujurias profanas de esta vida  presente a través de estas hermosas promesas.

II. La fe fructífera
2 Pedro 1:5-8

5.Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, aña¬did a vuestra fe virtud;  a la virtud, conocimiento; 6.Al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia;  a la paciencia, piedad;
7.A la piedad,afecto fraternal;y al afecto fraternal,amor.
8. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin  fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Además de esperar en esperanza, debemos mirar alrededor y mirar dentro de nosotros  mismos. Debido a que se nos han dado promesas hermosas, debemos esforzarnos por  crecer en gracia y conocimiento. Esto lo hacemos primero siendo diligentes a nuestra  condición espiritual. Para muchas personas, fuera de vista significa fuera de mente. Éstas  no son antagónicas hacia las cosas espirituales; simplemente creen que no tienen tiempo  para ellas. Pedro nos alentó a poner nuestro desarrollo espiritual en el disco delantero de  la cocina de nuestras vidas. No hay actividad alguna que ofrezca más recompensa por  menos esfuerzo que el desarrollo espiritual de nuestras almas. Observe la aritmética aquí.  La gracia y la paz se multiplican, pero los medios del crecimiento espiritual se suman uno  al otro. No hay atajos hacia la madurez espiritual.
La primera suma a nuestra fe es la virtud. Virtud significa «excelencia moral». Éste el  conocimiento práctico y personal de los principios que Jesús enseñó y practicó. La clase de  conocimiento que nos ayuda a crecer no es meramente teórico. Éste es un conocimiento  aplicado. Esto significa que debemos de tomar lo que aprendemos y poner en práctica  todos los días.
Después, sumamos dominio propio. El domino propio no es un término que usemos a  menudo, pero quiere decir «auto¬control, o auto¬contenerse». Tener dominio propio quiere decir tener bajo control nuestros deseos  en vez de ser controlado por nuestros deseos.
Debemos observar cuidadosamente el orden y la posición de cada uno de estos términos. El  auto¬control sólo es posible para quienes tienen fe, virtud y conocimiento. Si quitamos  alguno de éstos, jamás podremos tener el domino propio.
Luego añadimos la paciencia. Tenemos un poco de perspectiva bíblica en cuanto a cómo  hacerse paciente. Aprendemos en Romanos 5:3 que la tribulación produce paciencia. Todos  tienen problemas en la vida, pero el sabio aprenderá de sus tribulaciones y se hará  paciente. Algo que debemos aprender de la tribulación es que jamás se acaba. Un hijo de  Dios sólo puede sufrir en esta vida. Cuando la vida se acaba, también nuestras pruebas.  Aquí vemos el conocimiento y el auto¬control uniéndose para producir paciencia.
La piedad es literalmente «semejante a Dios». Esto sugiere que debemos actuar con el  conocimiento de cómo se comportó Jesús cuando hizo frente a situaciones como las  nuestras. A esto se refiere seguir las pisadas de Cristo (1 P. 2:21). Observe de nuevo que  todos los otros pasos son necesarios antes que lleguemos a éste.
Ahora estamos listos para el afecto fraternal o bondad fraternal. Este amor es el amor  auto¬sacrificial que estaba en el corazón de Cristo cuando vino al mundo a morir por  nuestros pecados. El amor es el don espiritual más grande y amar como Dios amó es el  punto más alto en nuestro desarrollo espiritual. Cuando realmente nos amamos los unos a  los otros no necesitamos más reglas (Gá. 5:14), y nuestro desarrollo espiritual en la tierra  está completo.
Vea que sólo si estas cosas están presentes y abundan en nosotros entonces comenzamos  a dar fruto en Jesús. Una planta tiene que crecer y madurar antes que produzca fruto. Las  plantas pequeñas y verdes no producen fruto. Dar fruto no es un proceso instantáneo.  Debemos crecer primero y luego vendrá el fruto. La naturaleza es la que determina el fruto.  Cuando hacemos nuestra parte, Dios siempre hará la suya, y el resultado será una vida  fructífera vivida para su honra y gloria.

III. La fe segura
2 Pedro 1:9-11

9. Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser  castigados en el día del juicio;
10.Y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en con-cupiscencia e  inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contu-maces, no temen decir mal de las  potestades superiores,
11. Mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en poten-cia, no pronuncian  juicio de maldición contra ellas delante del Señor.

Las consecuencias del poco crecimiento espiritual son severas. Pedro estaba hablando  sobre una persona salva que tenía una fe preciosa en Jesús pero que jamás había crecido  en la gracia y el conocimiento de Jesús. Lamentablemente, todos los domingos hay muchas  personas así en las iglesias.
La primera consecuencia es la ceguera. Ésta no es una ceguera física; es una ceguera  espiritual. Esta persona no sabe y necesita la madurez en el conocimiento bíblico. Yo creo  que Pedro aquí estaba hablando de su propia experiencia. Pedro realmente fue salvo mucho  antes que alcanzara la madurez espiritual para ayudar a otros. Sólo después de ser  transformado es que pudo fortalecer a sus hermanos. Obviamente, estar ciego en cualquier  sentido es un impedimento severo. La ceguera limita lo que entra a su vida. Lo corta a  usted de todo un mundo de maravilla y bendición. Inténtelo por un tiempo. Cúbrase los  ojos con un pañuelo por una hora y rápidamente aprenderá que su mundo ha cambiado. De  igual manera, aquellos que dejan de desarrollarse espiritualmente, simplemente no saben  lo que se están perdiendo.
El mundo caracteriza el servicio de Dios como una vida severa y rígida. Se dice que una  vida desprovista de las cosas que las hacen felices. Es una absoluta mentira. El servicio a  Dios es el único estilo de vida permanente que nos dará felicidad y paz, ahora y en el  mundo por venir.El segundo resultado de la falta de desarrollo espiritual es un tipo de miopía que impide  que veamos las cosas que están muy lejos. Muchas personas son así. Sólo ven la  necesidad inmediata o la recompensa e ignoran el futuro. Nosotros sólo queremos saber el salario mensual, no  el precio verdadero de lo que compramos. Se necesita madurez espiritual para aprender a  soportar dureza por causa de una meta a largo plazo. Jesús vivió de esta manera y por eso  es que soportó aún la vergüenza de la cruz para ganar la gloria del cielo (He. 12:2).
Finalmente, la falta de crecimiento espiritual desde un principio puede dar como resultado  que una persona olvide que fue salva. Vea que no enseña que tal persona realmente se  perdió de nuevo por simplemente olvidarse de sus bendiciones espirituales anteriores. Sea  que usted se percate de su salvación, o no, eso no cambia la condición de su alma. Puede  que usted no recuerde que fue salva, pero Dios sí. Dios sabe quiénes le pertenecen y  jamás los olvidará, sin importar lo que hagamos o dejemos de hacer. Sin embargo, es  lamentable pensar que un individuo nacido de nuevo iría por la vida viviendo como si fuera  perdido sólo porque olvidó que era salvo. Esto es lamentable, pero posible.
Por eso Pedro nos instó a que nuestro llamamiento y elección sea seguro. Comience con la  seguridad y construya su vida sobre el hecho que usted es un hijo del Rey. Cuando  hagamos eso, jamás nos alejaremos de nuestro conocimiento de Jesús. Creceremos en la  gracia y el conocimiento, y le añadiremos a nuestra fe todas las cosas que nos guían al  amor de Dios derramado por todo nuestro corazón.

UNA PALABRA FINAL

Si usted camina por ahí con sus ojos cerrados, puede esperar tropezarse en todo. Puede  esperar perder unas cuantas bendiciones maravillosas. Es bastante lamentable pensar que  algunas personas están privadas de vista, pero es más triste pensar que algunos  voluntariamente han renunciado a esta linda bendición. Ningún hijo de Dios tiene que vivir  en la oscuridad. Nosotros somos hijos de luz y se espera que andemos en la luz. Al hacerlo  llegamos a estar aún más seguros de nuestra profesión de fe. Entendemos cómo sucedió  nuestra salvación. Sabemos que Dios nos ha llamado y hemos respondido a ese llamado.  Entendemos cómo Dios puso en marcha el plan de salvación antes que el mundo fuera  creado. Comprendemos lo que nos espera más adelante y esperamos el cielo al final del  camino de la vida.
Una entrada nos es ministrada, o literalmente añadida, y el cielo estará esperando  alegremente nuestra aparición ahí. Éste es el mismo término usado para referirse a un  pueblo que le da la bienvenida a casa a los héroes olímpicos, y esto es lo que les espera a  quienes siguen a Jesús en pleno desarrollo espiritual. Ésta no es una bendición temporal o  pasajera; es una recompensa eterna que perdurará cuanto dure el reino de Jesús. ¡Qué  maravillosa bendición le ha dado Dios a sus hijos! Nosotros podemos creer en Jesús, crecer  en su gracia y conocimiento y dar fruto para Él hasta que nos llame al hogar para darnos  una bienvenida de héroe al final de la vida. No hay nada mejor que eso en esta vida.

PARA DISCUSIÓN

1. ¿Cómo provee Dios todo lo que necesitamos para vivir vidas victoriosas para Él? ¿Cómo  lo equipa Él?
2. ¿Por qué cree usted que es tan difícil vivir la vida cristiana hoy día?
3. ¿Cuáles son algunas de las promesas de Dios en las cuales usted depende al vivir su  vida por Él?
4. ¿Cuáles son algunas evidencias prácticas de fruto en la vida cristiana? ¿Está usted  dando fruto?

 Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.

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