Lectura: Deuteronomio 6:13-19
No tendrás dioses ajenos delante de mí. –Éxodo 20:3.
Cuando el jugador de golf profesional Paul Azinger se enteró de que tenía cáncer, «la noticia me causó conmoción –dijo. Había pensado que el médico me iba a decir que me habían encontrado alguna infección rara en el hombro, o tal vez una fractura por tensión. La palabra que nunca esperé oír fue cáncer.»
La buena noticia era que el cáncer era curable. Ahora bien, después de cierto tiempo alejado del golf debido a los tratamientos de quimioterapia y radiación, Paul ha vuelto a jugar, ya curado.
Cuando la gente le pregunta si el golf sigue siendo importante para él, responde: «Sí y no. Sí, por supuesto, el golf es importante para mí. Me encanta; de eso vivo. Pero al mismo tiempo no, el golf ya no está en primer lugar en mi lista de prioridades. En realidad, ha quedado relegado a un cuarto lugar. Mis prioridades ahora son Dios, mi familia, mis amigos y el golf. El golf ya no es mi dios. El golf no es más que golpear una bolitaa. Dios es mi Dios, y Dios es mucho más grande que el golf.»
Una enfermedad grave tiene el poder de colocar las cosas en el orden de prioridad correcto. El primer lugar corresponde al Señor; no hemos de adorar nada más por encima de Él (Dt. 6:13-19).
Pon a Dios en primer lugar en tu vida, y tu pasatiempo más querido quedará «relegado a un cuarto lugar».
Un ídolo es cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios.
NPD/DCE