Efectos de la nueva vida en Cristo
Texto: 1 Pedro 1:13-25
Debemos permitir que Cristo reine en nuestro corazón, trayendo santidad a nuestra vida en la medida que permitimos que Jesús brille a través de nosotros
Versículo clave: “Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. 1 Pedro 1:15, 16
UN VISTAZO PRELIMINAR
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es, o nueva creación (2 Co. 5:17). Ésta no es una posibilidad o una opción; es una consecuencia inevitable de la verdadera fe salvadora. La verdad es que cualquier hombre que profesa a Jesús como su Salvador personal pero sigue sin cambiar, por experiencia no se ha convertido del todo. Una nueva vida en el hombre interior tendrá una consecuencia en el hombre exterior.
Cuídese de ver que éste es un camino de sólo una vía. Si nacemos de nuevo en el interior, en nuestras vidas habrá evidencia en el exterior; no obstante, nunca podemos producir un cambio espiritual interior por medio de nuestras acciones
exteriores. Actuar como cristiano jamás lo convertirá en cristiano. El cambio que salva nuestras almas debe llegar del contacto con el Espíritu Santo. Por esto es que nuestras obras nunca nos pueden salvar. Las obras son externas y el cambio espiritual debe provenir desde dentro (Ef. 2:8-10).
Debido a que nuestra actitud determina nuestras acciones, tenemos que cuidarnos de permitir que los cambios espirituales que Dios ha hecho en nuestro ser salgan a la luz en nuestro diario vivir. Lo que creemos el domingo debe cambiar cómo nos comportamos el lunes, y algo está mal si no es así. Pedro tuvo una cierta experiencia personal con esta situación, y Dios lo inspiró a darnos estas preciosas enseñanzas sobre el efecto de nuestra nueva vida en Cristo.
UNA MIRADA MÁS CERCANA
I. Ceñid los lomos de vuestro entendimiento
1 Pedro 1:13-16
13. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;
14. como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
15. sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
16. porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
El comportamiento comienza en nuestras mentes. Sólo cuando pensamos bien podemos comportarnos correctamente de manera consistente. Como dice un antiguo dicho: “aunque crea que puede, o que no puede, probablemente está en lo correcto”. Pedro usó una amonestación interesante para presentarnos este punto. Él nos insta a “ceñir los lomos de nuestro entendimiento”. Él estaba diciendo que nosotros necesitamos unirnos, centrar nuestros pensamientos y prepararnos para una actividad seria. La ilustración fue literalmente la de un hombre metiéndose el vestido en su faja para que pudiera correr o pelear de una manera más efectiva. Un manto es una prenda maravillosa, pero puede ser un impedimento en cualquier actividad ardua.
De igual manera, nuestros pensamientos nos pueden llevar a muchos lugares extraños, y podemos perder una gran cantidad de nuestro preciado tiempo pensando aquí, allá y más allá. Pedro nos ha instado a centrarnos en los asuntos verdaderamente importantes en la vida. Piense por un momento. Si usted supiera que va a morir en unas cuantas horas, ¿qué estaría haciendo? ¿Qué sería importante para usted? ¿Cuántas de las cosas que le preocupan ahora mismo de repente no vendrían a tener importancia? Bueno, ninguno de nosotros sabe lo que nos espera en el futuro y los asuntos espirituales son eternos, así que tenemos que centrarnos en lo que no podemos perder y quitar nuestras mentes de las cosas que no podemos retener.
Luego hay una amonestación a ser sobrios. Hay otro tipo de enfoque mental. Ser sobrio simplemente significa “estar en control”. Lo opuesto, estar embriagado es “no estar en control”. Desafortunadamente, algunos han interpretado la sobriedad como una falta completa de humor y alegría. Nada podría estar más lejos de la verdad. Quienes piensan sobriamente sobre la vida y la eternidad son las personas más pacíficas y agradables que podamos imaginar. Usted no tiene que tener una actitud amargada para pensar sobriamente.
La vida es seria y nosotros debemos entender eso y usar sabiamente nuestro tiempo en la tierra. Debemos esperar hasta el final. Esto sugiere que la esperanza jamás debe dejarse de lado al enfrentar circunstancias ensombrecedoras. Un hijo de Dios tiene algo que esperar en cualquier situación. Sin importar qué más suceda entre este momento y el después, si usted es hijo de Dios, irá al cielo cuando muera y eso debe levantar su corazón en el momento más oscuro de su vida.
Una vez más, ser santo no quiere decir que tengamos que andar por ahí con una cara larga y una actitud amargada. Santidad literalmente significa “completa”. Una persona santa está completa espiritual, mental y físicamente. La santidad es lo mismo para nuestras almas que lo es la salud para nuestros cuerpos. Así como queremos que nuestros cuerpos funcionen apropiadamente y que estén libres de dolor, así debemos querer que nuestro hombre interior sea santo. Claro, usted puede vivir y funcionar con una enfermedad y un cuerpo fracturado, pero nadie optaría deliberadamente por una situación así. De igual manera nosotros no deberíamos decidir ir por la vida con un espíritu menos que saludable y feliz. Un hijo de Dios no tiene porqué vivir así porque Jesús nos dará el mismo acceso al Padre quien lo consoló y lo guió mientras estuvo aquí en la tierra (Jn. 15:11).
II. Conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación
1 Pedro 1:17-21
17. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
18. sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
19. sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
20. ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
21. y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Pedro ahora nos ofreció algunos puntos importantes que nos alientan conforme vivimos una nueva vida en Cristo. Primero, tenemos la capacidad de llamar a nuestro Padre Celestial para que nos supla todas nuestras necesidades. Un hecho importante acerca de la oración es que la oración nunca tiene que ver con hacer lo que queramos en el cielo. La oración trata sobre hacer que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra.
Después debemos darnos cuenta que Dios es imparcial en sus juicios. Observe que Dios juzga nuestras obras. También Dios juzga sin acepción de personas. Dios no ve quienes somos; más bien, él está interesado en qué estamos haciendo. Si le servimos fielmente, seremos recompensados; pero por el contrario, si dejamos de servir al Señor, no seremos lo suficientemente inteligentes o lindos como para recibir algún premio.
Basados en estos hechos, deberíamos usar sabiamente el tiempo que tenemos en la tierra, Pedro le llamó a la vida una peregrinación, un viaje, hecho en temor. Éste no es el temor equivalente al terror; es un temor como respeto. Nosotros no somos como los esclavos que les temen a sus amos y los evitan si les es posible. Nosotros somos como los niños que tienen amor y respeto por sus padres quienes les suplen sus necesidades y los quieren mucho a medida que van creciendo. Pedro enfatizó algo importante. La vida es demasiado corta para desperdiciarla. Tendremos días buenos y tendremos días malos, pero no tendremos días desperdiciados. Todo hijo de Dios debe usar cada precioso momento para servir a Jesús en todas las formas posibles.
La razón para un servicio dedicado es sencilla. Dios pagó un alto precio por nuestras almas. El valor de algo se determina por el precio que se le impone. Nuestra redención no se logró con cosas corruptibles de la tierra, como el oro o la plata. Somos redimidos por la sangre preciosa y única de Jesús. El Cordero de Dios fue sacrificado para que nosotros podamos ser salvos.
Sencillamente esto significa que somos valiosos, extremadamente valiosos para Dios. En los momentos oscuros de su vida, deténgase y recuerde que usted es precioso para su Padre Celestial. Literalmente Él dio a su Hijo para que nosotros podamos vivir espiritualmente y servirle físicamente. Saber eso cambiará nuestra perspectiva, nuestra actitud y nuestra conducta.
Siguiendo de cerca los pies del amor de Dios y el sacrificio de Jesús, está el conocimiento de que Dios tiene un plan eterno para cada una de nuestras vidas. Usted no es un accidente y no está viviendo una vida accidental. Puede que su vida le parezca caótica y que las cosas que le suceden sean aleatorias, pero lea Romanos 8:28 y Efesios 2:10. Estas verdades nos dicen claramente que Dios tiene un plan para nosotros. Podemos descubrir ese plan y vivir acorde al mismo.
El poder para vivir por Jesús es el mismo poder que sacó a Jesús del sepulcro. Ese poder fluirá en la vida de todo creyente que se dedique al servicio de Dios. Si vivimos de esta manera, siempre viviremos en esperanza. Podemos alcanzar la voluntad de Dios en nuestras vidas, y cuando lo hacemos, podemos estar seguros de los galardones eternos.
III. Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro
1 Pedro 1:22-25
22. Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
23. siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
24. Porque:Toda carne es como hierba,Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae;
25. Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
El efecto final de nuestra nueva vida en Cristo es que podremos obedecer el mandado más grande de todos. Podremos amarnos los unos a los otros como Jesús nos amó. Éste no es el amor fingido que vemos bastante a menudo. Éste no se refiere a la hipocresía de quienes están fingiendo una fe que realmente no poseen. Este es el tipo de amor que Jesús les demostró a todos en la tierra, aún hacia quienes es difícil amar. Sencillamente, si Jesús ama a alguien, a través del poder de Dios, nosotros también podemos hacerlo. Éste es el amor ferviente o activo que proviene de un corazón purificado por la sangre derramada del Cordero de Dios.
Éste es un amor que jamás terminará porque la verdad de la Palabra de Dios nunca se acaba. Entretanto la Palabra de Dios sea verdadera, Dios les dará a sus hijos la capacidad de amarse entre sí y de amar al mundo de la misma manera que Jesús lo hace. Para enfatizar la naturaleza eterna de la Palabra de Dios, Pedro hizo referencia a Salmos 103:15. La verdad duradera de ese pasaje es que los seres humanos y todo lo que ellos hacen o hayan hecho jamás, pronto pasará; pero la Palabra de Dios perdurará para siempre. La verdad siempre es cierta. Éste es un mensaje eterno que ha salvado nuestras almas, y es por este mensaje eterno que aprendemos que el amor de Dios nunca se acaba.
UNA PALABRA FINAL
Hay un círculo vicioso indirecto para nuestra conducta. Si nos comportamos como si realmente nada ha cambiado en nuestras almas, pronto creeremos que en realidad nada ha cambiado en nuestras almas. Si dejamos de desarrollarnos espiritualmente, incluso podemos olvidar que alguna vez fuimos perdonados de nuestros antiguos pecados.
Dos situaciones son posibles. Primero, los hombres pueden tratar de fingir que son salvos cuando de hecho no lo son. El remedio para esta situación es que el corazón de ese individuo encuentre la verdadera salvación en una experiencia espiritual de cambio de vida con Jesucristo. La segunda situación es que nosotros podemos ser verdaderamente salvos, pero nuestro crecimiento espiritual tiene un impedimento tan grande que todavía vivimos como lo hacíamos antes de nacer de nuevo.
El remedio para esta situación es sabiduría y entendimiento. Nosotros necesitamos conocer lo que la Palabra de Dios dice sobre el efecto de nuestra salvación y necesitamos entender que si somos salvos, tenemos un llamado celestial de comportarnos de manera distinta al resto del mundo que nos rodea.
El mundo necesita ver el amor de Dios expresado en las vidas cambiadas de los hijos de Dios. Cuando esta fuerza espiritual se aplica, ningún poder sobre la tierra puede anularlo. Los hombres pueden o no recibir el mensaje del evangelio. Eso depende de cada individuo, pero el amor de Dios le dará a cada corazón una oportunidad para arrepentirse y creer realmente en Jesús. Si nos amamos los unos a los otros y si les testificamos en amor, cumpliremos el plan de Dios para nuestras vidas.
PARA DISCUSIÓN
1. ¿Observó un cambio en sus acciones y deseos cuando se convirtió? Comparta su experiencia con la clase.
2. ¿Por qué llama Dios a sus hijos a vivir vidas santas?
3. ¿Cómo se ve hoy día una vida santa? Hable sobre cómo se manifiesta en sí misma la santidad práctica en la vida real.
4. ¿Cómo resplandece Jesús a través de su vida? ¿De qué manera se hace Cristo visible?
Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.