Significa; Obstinación, Quedarse permanentemente, Detenerse, Orar Inaudiblemente es decir que las oraciones de una persona quejosa no se escuchan en el cielo, y hacen que se detenga en el camino, cuando María y Aaron se quejaron de su hermano Moisés, Números 12, quien estaba escuchando lo que ellos hablaban en secreto fue el mismo Señor de los cielos, y a María, no solo le broto lepra a causa de haber murmurado de su hermano, sino que el pueblo se detuvo por siete días, esperando su recuperación de la misma manera, cuando nosotros vivimos en nuestros hogares, quejándonos de todo y de nada, el ambiente entre la familia no puede ser de victoria, no puede ser de avance, sino mas bien de estancamiento.
Números 11:1 dice, Aconteció que el pueblo se quejo a oídos del Señor; y lo oyó Dios, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Dios, y consumió uno de los extremos del campamento.
¿Sabes lo que puede causar en una vida el fuego de la ira de Dios? puede, Quemarla, secarla, destruirla, de tal manera que se vuelve árida, desierta, vidas que no tienen nada que dar, es decir estériles y lógicamente sin fruto.
¿Quien quiere estar cerca de una persona que continuamente esta quejándose?
Ni siquiera DIOS, pues la queja hace que se cierren sus oídos.
Recuerdo a una mujer de la congregación a la que yo asistía hace algunos años atrás, que continuamente estaba lamentándose de sus limitaciones económicas, siempre estaba contándole a todo el mundo que lo que su marido ganaba, era muy poco, y por lo tanto no alcanzaba a pagar el colegio de sus tres hijos, que no alcanzaba para hacer el supermercado, que ella no tenia zapatos, en fin, iba por ahí quejándose de su condición económica.
Durante diez años la escuche con la misma historia, y no era que la iglesia o los hermanos en Cristo no le ayudaran, el caso era que esta triste mujer siempre estaba inconforme con lo que tenia, pues en su corazón no se evidenciaba la gratitud para Dios.
Ana en su cántico en 1ª Samuel 2:7 declara que Dios empobrece, y el enriquece, Abate, y enaltece, el mata y da vida.
Es urgente reconocer que nuestro problema no es con las personas o con las circunstancias, nuestro asunto es con Dios, jamás con los que nos rodean, el Salmo 75:6-7 dice, porque ni de oriente ni de occidente, Ni del desierto viene el enaltecimiento. Más Dios es el juez; A este humilla, y a aquel enaltece.
Entonces, yo no puedo, ni debo quejarme?
Claro que si, podemos hacerlo, pero el punto es adonde y con quien lo estamos haciendo, de que me sirve a mi hacerlo con mi esposo, o con una amiga, si ellos no pueden hacer nada por mi, probablemente me darán una palabra de aliento, pero jamás podrán darme la solución a mi problema.
Dios nos dio la autorización de que le clamáramos por ayuda, que presentáramos todas nuestras cargas, los afanes, con acción de ruego y suplica, es decir venir a su santuario con actitud de humildad, sin hipocresías.
El rey David, nos ha dejado una lista ejemplar de cómo eran sus oraciones y recordemos que eran oraciones inspiradas por el Espíritu de Dios, son estos ruegos los que nosotros podemos presentar también delante de nuestro Padre.
Por ejemplo el Salmo 142:1-2 dice; Con mi voz clamare a Dios; Con mi voz pediré al Señor misericordia. Delante de El expondré mi queja; Delante de él manifestare mi angustia.
Escucha, con cuanta libertad venia el rey David a expresar su dolor delante del Padre, el no temía expresar su queja, ni su angustia, recordemos que este hombre constantemente estaba a cuentas con Dios, pues lo conocía y sabia que el Señor era su Padre, su Ayudador, el rey sabia que podía venir confiadamente al trono de su gracia, donde no seria criticado ni juzgado, por que venia para derramar su corazón, delante de aquel que le dio la vida.
El Salmo 77:3, dice: Me acordaba de Dios, y me conmovía; Me quejaba, y desmayaba mi espíritu. Declárale tus inquietudes, tus inconformidades Sin ningún temor, porque cuando conoces a tu Dios, a tu Señor Jesucristo no hablaras a sus espaldas, sino que sabrás que puedes entrar a su casa, sin permiso previo, sin temores y hablarle de frente.
Solo aquellos que le conocen, podrán experimentar el deleite de poder derramar su corazón, derramar sus lagrimas, sabiendo que su palabra dice en
Mateo 5:4, Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
El secreto para hacer cesar toda queja, es no ver lo que no tenemos, sino dar gracias a Dios por lo que si tenemos y cuando el Señor ve esa gratitud fluyendo de nuestro corazón, las bendiciones se derraman para darnos a cada uno según nuestras necesidades seamos sabios, hagamos cesar toda queja de nuestra boca y por lo tanto del corazón.
Se que hoy mismo encontraras por lo menos diez razones para decir Gracias Señor.
Nos quejamos delante de los hombres o delante de Dios, tú decides.
(Escrito por Elsa de Moran)