La Fidelidad de Dios
Texto: Jeremías 50:1—52:34
Versículo Clave: «Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios. Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fue llena de pecado contra el Santo de Israel.» Jeremías 51:5
Debemos comprender que Dios es fiel y de seguro juzgara al pecado y recompensara la justicia en su tiempo, de acuerdo a su agenda.
UN VISTAZO PRELIMINAR
El final de la profecía de Jeremías está ligado con la destrucción y el derrocamiento de Babilonia. En la Biblia, Babilonia es símbolo de aquellos quienes son enemigos de Dios. En Apocalipsis 17:5 vemos el carácter de Babilonia: “LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. Este es Satanás conforme usa la religión falsa para demandar una posición terrenal, prestigio y poder.
Babilonia comenzó después del diluvio con la construcción de la torre de Babel. Génesis revela la razón por la cual la torre fue construida—para que pudieran hacerse un nombre para sí mismos y ser como Dios (Gn. 11:4). Babilonia representa el intento de los hombres de ganar prestigio o categoría ante los ojos del mundo usando la autoridad religiosa. Este espíritu ha estado detrás de todas las religiones hechas por los hombres, y todas
ellas buscan ese tipo de poder en el mundo. Nosotros todavía luchamos con el espíritu de Babilonia en nuestros días. En cualquier momento que anhelemos la alabanza de los hombres y ejercitar poder y prestigio en nuestra comunidad, el espíritu de Babilonia está obrando.
UNA MIRADA MÁS CERCANA
I. Una promesa de restauración
Jeremías 50:4-7
4. En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente; e irán andando y llorando, y buscarán a Jehová su Dios.
5. Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros, diciendo:Venid, y juntémonos a Jehová con pacto eterno que jamás se ponga en olvido.
6. Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de sus rediles.
7. Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemigos: No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia, contra Jehová esperanza de sus padres.
Una enseñanza admirable en estos versículos es la importancia del tiempo de Dios. Dios no está tan interesado en el tiempo como lo estamos nosotros. Nuestro tiempo en la tierra es limitado, sólo estamos aquí por setenta u ochenta años, pero Dios es eterno. No importa cuánto tome desarrollar sus promesas, pero el tiempo de Dios es fundamental para Él. Jeremías comenzó haciendo referencia a un momento específico en el futuro. El tiempo de la restauración de Israel sería después de la destrucción de Babilonia y de los dioses que ellos adoraban. Así como Babilonia llegó del norte para atacar a Judá; así otra nación, los medos y los persas, vendrían del norte para destruir Babilonia. Cuando esto sucediera, Israel podría estar segura de un regreso a su tierra natal.
Cuando Jeremías dio esta profecía, Babilonia era la superpotencia de la región. Ninguna nación había exitosamente resistido el poder del ejército de Nabucodonosor. Nadie vivo podía dudar de la fuerza de esta gran nación; no obstante, Dios le dijo a un profeta humilde que Babilonia caería. La palabra de Dios se cumplió con precisión tal como Dios la dio. Los babilonios fueron destruidos setenta años después de la cautividad de Judá, y a los judíos se les permitió volver a su tierra.
También aprendemos que durante los años de cautividad tuvo lugar un cambio sorprendente en Israel. No hubo más idolatría entre el pueblo. Hubo una amplia oportunidad de adorar dioses falsos en Babilonia. De hecho, los judíos estaban bajo una gran presión de adorar dioses como Bel y Marduk; pero los israelitas buscaron a Jehová. Ésta fue una lección difícil de aprender, pero el pueblo de Israel la aprendió bien.
El pueblo deseaba volver a su tierra natal. Ellos volverían sus rostros a Sion y fervientemente buscarían la forma de volver al hogar de sus padres. Recuerde que setenta años habían pasado desde que comenzó la cautividad. Era una nueva generación que volvía a Judá. Éstos eran los hijos y los nietos de los hombres que habían sido llevados cautivos. No obstante, a través de las generaciones, la palabra y la verdad de Dios había sido preservada. Esta nueva generación buscaría renovar su pacto con Dios y prometería no olvidarse jamás de las promesas de ellos.
Jeremías comparó al pueblo de Judá con las ovejas perdidas que eran guiadas por pastores malvados. Habían divagado en un desierto montañoso y se habían olvidado cuan buena había sido la vida en la tierra que Dios les había dado. Ahora Dios una vez más los guiaría al hogar.
Lea Salmos 23. Es un lindo pasaje de las Escrituras. Vea a su alrededor. Si usted está en un lugar reseco e infértil lejos de los verdes pastos y las aguas de reposo, sepa que Dios no lo llevó ahí. Dios siempre busca lo mejor para nosotros, y cuando le seguimos, ahí estaremos. Esto no quiere decir que no tendremos problemas, pero sí significa que todos los problemas tendrán una forma intrínseca para escapar. Siempre tendremos las promesas de Dios, las cuales son más seguras que cualquier otra cosa en la tierra o en el cielo. Ni siquiera una palabra de las promesas de Dios ha fallado nunca.
Aún los que fueron usados por Dios para castigar a los hijos de Israel se percataron de la relación especial entre el pueblo de Israel y Dios. Cuando las naciones malvadas devoraron al pueblo de Dios, usaron como excusa los pecados del pueblo de Israel. Nosotros tenemos que darnos cuenta que vivimos en un mundo donde la mayoría de lo que hacemos está expuesto. Se su pone que aún la gente mala del mundo sabe que el pueblo de Dios es diferente.
II. Una promesa de destrucción futura
Jeremías 51:1, 2
1.Así ha dicho Jehová: He aquí que yo levanto un viento destruidor contra Babilonia, y contra sus moradores que se levantan contra mí.
2.Y enviaré a Babilonia aventadores que la avienten, y vaciarán su tierra; porque se pondrán contra ella de todas partes en el día del mal.
Muchas instituciones que vemos todos los días parecieran ser permanentes e inmovibles; pero siempre tenemos que recordar la simple verdad de Mateo 28:18. Toda potestad en el cielo y en la tierra está en las manos de Jesús. Dios había levantado Babilonia para traer juicio sobre el pueblo de Judá. Cuando ese proceso de juicio terminó, de manera rápida y poderosa Dios reemplazó a esta nación con otras. Éste no era un misterio. Fue obvio para todos los que habían escuchado las profecías de Jeremías.
Dios específicamente le dijo a Jeremías que Él vendría contra Babilonia como un viento destructor. De manera interesante, la fuerza del viento todavía es una de los poderes más destructivos conocidos por la humanidad. Todos los años los tornados y los huracanes siembran gran muerte y destrucción por toda la tierra. No hay lugar en este mundo que sea totalmente inmune a esta fuerza.
Pero el viento es meramente una ilustración escogida para revelar el poder no visto y a menudo ni sentido que está detrás de las fuerzas del mundo. Así como el viento puede ser una brisa refrescante y suave, bienvenida para el rostro reseco de un viajero cansado; también puede ser una fuerza mortal de destrucción barriendo todo a su paso. Dios es un amigo maravilloso y verdadero, pero también puede ser un poder terrible.
Babilonia había sido una superpotencia en su día, pero Dios levantó otras naciones que fácilmente se llevaron la ciudad y la nación cautiva y la destruyeron. En Jeremías 50:12, 13 leemos que la destrucción de Babilonia sería total. Aquellos que la presenciaron literalmente se quedaron sin aire al ver que una nación tan grande pudiera ser reducida a tal ruina. El libro de Daniel revela que el rey Belsasar hizo un gran banquete, invitando al palacio a todos los nobles de Babilonia. Mientras se estaban deleitando en un libertinaje de personas ebrias, se apareció una mano y escribió en la pared. El rey se estremeció y Daniel fue llamado para interpretar a escritura. Daniel le dijo que esa noche el reino le sería quitado. Los medas trajeron sus ejércitos a Babilonia esa noche, y el reino fue derrocado. Hay una referencia a eso en Jeremías 50:43: “Oyó la noticia el rey de Babilonia, y sus manos se debilitaron; angustia le tomó, dolor como de mujer de parto”.
La gran ciudad fue derrocada y fue totalmente demolida de tal manera que el terreno fue abandonado y jamás se volvió a reconstruir. El polvo de los siglos la cubrió, y durante siglos la ubicación actual de esta gran ciudad se perdió, así que los hombres ni siquiera sabían dónde estaba ubicada. Sólo al inicio del siglo veinte se encontró este terreno. Desde entonces, las paredes y los restos de la ciudad están saliendo a la luz del día. Pero como Dios lo dijo, se ha convertido en un lugar desierto y desolado. Los montículos vacíos junto al Río Éufrates muestran un testimonio elocuente de la verdad de las Escrituras.
III. Una promesa que recordar
Jeremías 51:5, 19-23
5. Porque Israel y Judá no han enviudado de su Dios, Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fue llena de pecado contra el Santo de Israel.
19. No es como ellos la porción de Jacob; porque él es el Formador de todo, e Israel es el cetro de su herencia; Jehová de los ejércitos es su nombre.
20. Martillo me sois, y armas de guerra; y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de ti destruiré reinos.
21. Por tu medio quebrantaré caballos y a sus jinetes, y por medio de ti quebrantaré carros y a los que en ellos suben.
22. Asimismo por tu medio quebrantaré hombres y mujeres, y por medio de ti quebrantaré viejos y jóvenes, y por tu medio quebrantaré jóvenes y vírgenes.
23. También quebrantaré por medio de ti al pastor y a su rebaño; quebrantaré por tu medio a labradores y a sus yuntas; a jefes y a príncipes quebrantaré por medio de ti.
Puede que para algunos cuando el pueblo de Dios quebrantó las leyes de Dios y violó las promesas propias de ellos, ya no sería más el pueblo de Dios. Este punto de vista es viendo las cosas celestiales desde una perspectiva terrenal. De hecho podríamos tratarnos entre nosotros de esa forma. Los hombres tienden a ver los pactos y los acuerdos como algo mutuo. O sea, nosotros sólo tenemos que guardar nuestra palabra entre tanto alguien más la guarde.
Dios tiene un punto de vista de las cosas completamente diferente. La Palabra de Dios no puede ser quebrantada (Jn. 10:35). Dios guardará su Palabra sin importar lo que los hombres hagan o dejen de hacer. Los hijos de Israel habían sido idólatras y adúlteros. Habían matado a los profetas de Dios. Jeremías había predicado durante cuarenta años y casi nadie le había prestado atención a su mensaje.
En una ocasión el rey Joacim personalmente había tomado su cortaplumas y rasgado secciones del rollo con las palabras del Señor de parte de Jeremías conforme era leído. Cada pedazo fue entonces arrojado al fuego (Jer. 36:20-24). Este hecho no quedó sin castigo. La Palabra que Jeremías trajo no fue destruida en el fuego. Dios mantuvo su palabra y su promesa para su pueblo y a su profeta.
La tierra se llenó de pecado y el puedo sufrió por ello. Dios siguió siendo fiel a las promesas que le había hecho a Abraham hacía muchos años. La generación de Jeremías perecería en Babilonia. Cuando el juicio hubo sido cumplido y una nueva generación hubo vuelto su fe en Dios, la cautividad fue revertida y el pacto fue restaurado.
Dios pudo hacerse camino entre las naciones. En una serie de ilustraciones poderosas, Jeremías demostró el formidable poder de Dios para construir y para destruir. A menudo en estos versículos se usa el término quebrantaré o haré pedazos. La idea es que Dios puede destruir por completo y hacer inservible las instituciones de los hombres. Desde el simple hombre arando en un campo o el pastor humilde cuidando sus ovejas hasta el poderoso soldado, todo el camino hasta los pasillos de gobierno, nadie está más allá del poder de Dios. Dios puede hacer, y lo hará, que todas las instituciones humanas se conviertan en nada si dejan de servir sus propósitos, y cuando dejen de hacerlo.
UNA PALABRA FINAL
El capítulo final de Jeremías es un resumen histórico que narra la caída de Jerusalén y su restauración final.
Conforme hemos estudiado Jeremías, hemos visto al profeta en sus luchas con las formas y las obras de Dios y podemos ver nuestras propias luchas reflejadas ahí.
Todo el que sirve al Señor tendrá persecución en su vida. Todo hijo de Dios sentirá la mano correctora de Dios en su vida.Ésta es una maraca segura de un Dios amoroso que nos guía mientras vamos por la vida. Jeremías no tuvo una vida fácil; tuvo una vida productiva y bendecida. Tuvo carencia de muchas comodidades terrenales, pero ganó una recompensa eterna debido a su fiel servicio a Dios quien lo llamó.
El gran mensaje de este libro está en sus profecías al pueblo de Israel y a las naciones. Estos son grupos de naciones que simbolizan al enemigo, el diablo. Satanás nos ataca por medio de dos canales: el mundo y la carne. La Palabra de Dios declara que nuestro Salvador es una defensa adecuada contra todos ellos. La fe en Dios puede vencer al mundo, puede rechazar el engaño de la carne, y puede vencer las cualidades rugientes del león que tiene el diablo y exponer la naturaleza de la serpiente de nuestro gran enemigo. A través del poder de Dios podemos estar firmes como hombres o mujeres de Dios, libres en medio de la esclavitud pecaminosa de cualquier siglo. Babilonia se hundió y jamás surgió de nuevo. Nosotros también leemos en Romanos 16:20 que Jesús vendrá y aplastará a Satanás. Por fe podemos andar por medio de todas nuestras pruebas y emergervictoriosos. Éste es el mensaje de Dios para nosotros en el libro de Jeremías.
PARA DISCUSIÓN
1. ¿Cree usted que el juicio severo de Dios sobre Israel y Judá se justificaba? ¿Por qué?
2. ¿Cree usted que el juicio de Dios sobre nuestros pecados y rebeldía se justifica? ¿Por qué?
3. Comente cómo debe haberse sentido Dios cuando su pueblo lo abandonó para adorar ídolos de piedra y madera.
4. Discuta cómo debe sentirse Dios hoy día cuando su pueblolo abandona a Él y su casa para ir en pos del placer o la ganancia.
Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.