La Señal De Las Yuntas

La Sumisión a Babilonia
Texto: Jeremías 27:1—28:17

Versículo Clave:
«Y a la nación y al reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada y con hambre y con pestilencia, dice Jehová, hasta que la acabe yo por su mano.» Jeremías 27:8

Debemos comprender que aunque el camino de Dios no siempre es el más fácil, siempre es el mejor.

UN VISTAZO PRELIMINAR

Dios es el realista supremo. Él trata con la gente y las situaciones tal cual son, no como si existieran en la imaginación de los hombres. Judá había rechazado el mensaje de los profetas, incluyendo el mensaje de Jeremías. Ahora la cautividad era inevitable. Pero Dios no abandonó a su pueblo; más bien siguió procurando lo mejor para ellos, y en ese espíritu, Jeremías ofreció este maravilloso mensaje a los reyes de su día.
En la historia estaban sucediendo algunas cosas interesantes en este tiempo. Nabucodonosor había sido imparable en sus conquistas, pero en esta época, sus aventuras foráneas habían traído intranquilidad en su hogar en Babilonia. Esta intranquilidad
fue percibida en un momento de debilidad, y los reyes que habían sido conquistados se reunieron para ver si podrían unirse y usar esta ocasión para rebelarse de la esclavitud de Babilonia.
Lo que estos reyes no sabían era que Nabucodonosor estaba siendo usado por Dios, y su reino estaba lejos de terminarse. Dios cuidó de Judá aunque esta nación lo había rechazado. Él usó el símbolo de una yunta y la usó públicamente. Recuerde que Jeremías era bien conocido en la corte de Judá. Cuando las personas fuertes de la tierra lo vieron vistiendo una yunta, sin duda alguna le preguntaron lo que estaba haciendo. Esto le dio la oportunidad de explicar la yunta y predicar el mensaje que Dios le dio sobre la sumisión a Babilonia.

UNA MIRADA MÁS CERCANA

I. La señal de la yunta
Jeremías 27:1-8

1. En el principio del reinado de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:
2. Jehová me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello;
3. y los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Amón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los mensajeros que vienen a Jerusalén a Sedequías rey de Judá.
4. Y les mandarás que digan a sus señores: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel:Así habéis de decir a vuestros señores:
5. Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que están sobre la faz de la tierra, con mi gran poder y con mi brazo extendido, y la di a quien yo quise.
6. Y ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan.
7. Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes.
8.Y a la nación y al reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada y con hambre y con pestilencia, dice Jehová, hasta que la acabe yo por su mano.

Pareciera haber un problema en estos versículos. Esto comienza en el reinado de Joacim, pero el mensaje en realidad va dirigido a Sedequías. Algunos sugieren que los antiguos escribas cometieron un error y que el nombre Joacim debería ser sustituido por el nombre de Sedequías. Esto parece poco probable. La mejor explicación es que este mensaje realmente le fue dado a Jeremías durante el reinado de Joacim pero que fue pronunciado más adelante cuando Sedequías era rey.
Algo que a menudo pasamos por alto cuando estudiamos la Biblia es el tiempo necesario para que realmente se lleven a cabo las cosas que estamos leyendo. La Biblia no es un relato de día por día ni de hora por hora de las vidas de los hombres que estudiamos. Más bien, se mencionan algunos eventos, y el tiempo se expande o se comprime para hacer entender algo. Le tomó bastante tiempo a Jeremías para poder realmente hacer una yunta que pudiera ponerse. Jeremías debía hacer una yunta, no simplemente hacerse de una usada por animales. Las yuntas de los animales hubieran sido muy gruesas para este propósito. La yunta tenía que hacerse, y entonces debía ser enviada a los reyes de las demás naciones alrededor de Judá. Para cuando todo esto se lograra, la historia seguía su curso. Sedequías ahora estaba en el trono de Jerusalén, así que las palabras reales del mensaje le fueron dadas a él. No hay error alguno en la Palabra de Dios. Dios no sólo nos dio la Biblia; también ha supervisado su transmisión de siglo en siglo de tal manera que el mensaje siga siendo preciso.
La yunta era una lección objetiva. Si aquellos que la vieran o la recibieran no entendían el mensaje, Jeremías tenía el mandato de explicar lo que significaba la yunta y lo que los reyes debían hacer al respecto.
Un hombre sabio dijo: “Predique el evangelio a cada oportunidad; use palabras cuando sea necesario”. Jeremías estaba predicando por medio de su conducta y al decirle a la gente lo que en realidad significaba su conducta.
La primera parte de este mensaje tiene que ver con la gran doctrina de la soberanía de Dios. Esto comienza con la creación. Dios hizo la tierra y todo lo que en ella hay. Le pertenece a Él, y Él jamás le cedió el control de la tierra a nadie. La alternativa para la creación es la teoría de sucesos aleatorios. Si Dios no hizo el mundo, ¿quién lo hizo? Si la tierra no es una creación, debe ser un accidente. No hay campo entre ideas. Satanás nos haría creer que todo lo que vemos y nuestros propios cuerpos físicos son simplemente algún accidente cósmico de la evolución. Esto no tiene sentido, y Dios comienza este mensaje justo ahí. Dios hizo el mundo, y Dios controla las cosas que están sucediendo en la tierra.
Lo que nosotros consideramos coincidencia y eventos al azar, son obras de Dios. Dios a menudo decide trabajar detrás de los escenarios de la historia para que los hombres casi nunca se percaten de lo que Él está haciendo a menos que Él lo revele en su Palabra. Sea que lo comprendamos o no, Dios está obrando en las vidas de los hombres en todas partes. Dios estaba detrás del surgimiento meteórico de Babilonia. Dios también estaba tras de la caída de Judá. Además, Dios también tenía que ver con Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón. Ninguna nación estaba más allá de la atención de Dios, ya sea que esa nación verdaderamente le adorara a Él, o no.
La profecía aquí era simple. Dios había entregado a todas las naciones en manos de los babilonios. Dios esperaba que otras naciones comprendieran esto y cooperaran en su plan. Si alguna nación se negaba, esa nación caería bajo el juicio de Dios. Ese juicio tomaría forma de espada o hambre o pestilencia. Éstos no eran “desastres naturales”; eran actos de Dios dirigidos contra aquellos que le fueran desobedientes.

II. Los profetas mentirosos
Jeremías 27:9-11

9. Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia.
10. Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os arroje y perezcáis.
11. Mas a la nación que sometiere su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirviere, la dejaré en su tierra, dice Jehová, y la labrará y morará en ella.

En los días de Jeremías, como en los de nosotros, el verdadero mensaje de Dios estaba nublado por las voces de los predicadores falsos. Estos eran hombres que o predicaban las doctrinas de los dioses falsos, o pervertían la verdad de cómo Dios la había dado. Lamentablemente, estas personas todavía están con nosotros y tenemos que estar atentos a ellas. Un mensaje no es verdadero porque un hombre diga que lo es. Un verdadero mensaje concuerda con la Palabra de Dios. Nosotros debemos probar todos los mensajes y todo espíritu por los parámetros de la Biblia. Si no calza con lo que dice la Biblia, entonces simplemente descártelo. En una manzana podrida puede haber algo de alimento, pero yo no quiero comérmela, tampoco debería hacerlo usted.
Observe las formas de la falsedad mencionadas aquí. Había un profeta falso quien en forma aparentaba ser un verdadero profeta, pero pronunciaba un mensaje falso. Había un adivino. Este era un hombre que pretendía leer eventos o señales y luego decirles a otros los significados ocultos en ellos. A menudo los adivinos tratarán de predecirle el futuro a los individuos o a las naciones. Entonces estaban los soñadores. Éstos eran hombres que pretendían interpretar sueños. Dios en varias ocasiones reveló su verdad a través de sueños. Leemos de esto en Daniel cuando Dios usó sueños como un medio de revelación. Sin embargo, Dios también tenía hombres que sabían lo que significaban los sueños. Es completamente posible que un sueño sea sólo un sueño y no una revelación de parte de Dios.
Había encantadores. Éstos eran hombres que pensaban que podían cambiar los eventos a través de palabras diseñadas ingeniosamente o con encantos. Se tiene la suposición que muchos así llamados hechizos mágicos cambian las cosas. Pero tristemente esto ignora el único mensaje que realmente puede cambiar los corazones de los hombres. Este mensaje es el evangelio de Jesús. Hay una serie de palabras que pueden cambiar los corazones y las almas, y éstas se encuentran en la Biblia (Ro. 1:16). Finalmente, estaban los hechiceros. Éstos eran hombres que decían tener un contacto con mundos desconocidos y poderes secretos. Decían poder controlar eventos a través de la magia. Lamentablemente, todavía hay de los que actúan de esta manera. Tenga la seguridad de la Biblia que si de hecho un hombre de verdad tuviera este tipo de capacidad, es demoníaca y no proviene de Dios (2 Co. 11:13, 14). La prueba es simple. Lea 2 Juan 7-10.
Dios sabía acerca de tales predicadores falsos, y Él le dijo a Jeremías que les advirtiera a las naciones que no los escucharan. Nosotros debemos tomar esta advertencia con seriedad. En Romanos 6:16 leemos: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”
Nosotros no podemos chapotear en lo oculto y no ser afectados por ello. Lo mejor que alguien puede hacer, especialmente un hijo de Dios, es no tocar esas cosas. Nosotros jamás debemos buscar consuelo en estas ideas falsas ni tomar acciones basadas en lo que oímos proveniente de una enseñanza falsa.
Los maestros falsos habían predicado un mensaje que los reyes querían oír. Los profetas falsos y los hechiceros les habían estado aconsejando a los reyes que se rebelaran y se sublevaran. Esto no se basaba en información secreta; era decirles a estos reyes lo que querían oír. La mayor parte de la predicación falsa todavía es así. Pablo advirtió sobre los maestros con comezón de oír quienes predicarían cosas populares en lugar de lo verdadero. La verdad a menudo no es agradable, pero nosotros podemos tratar con la verdad sin importar la que sea. No podemos tratar con el humo y los espejos de las mentiras satánicas.
A los profetas falsos no les importaba lo que en realidad sucediera. Su dios era su barriga, y sólo les interesaba su poder y su prestigio. Jeremías estaba diciendo la verdad, y esa verdad la obtuvo del único Dios verdadero. Su mensaje era un mensaje de vida; la profecía falsa era un mensaje de muerte.
Las naciones que se someterían a Babilonia vivirían, y aquellas que no lo hicieran, morirían. La historia ha demostrado exactamente cuán precisa era esta sencilla profecía. Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón hace mucho tiempo se desvanecieron en la historia; Israel todavía es una nación fundamental y viva.
Lamentablemente, la mayoría de nosotros no tenemos el lujo de tomar nuestras decisiones después de ver la prueba histórica de la verdad. Nosotros tenemos que decidir ahora, y la fe siempre está involucrada. Debemos estar seguros que las cosas que creemos y las decisiones que tomamos estén basadas en las verdades eternas de la Biblia.

III. Las advertencias para los reyes
Jeremías 27:12-15

12. Hablé también a Sedequías rey de Judá conforme a todas estas palabras, diciendo: Someted vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y vivid.
13. ¿Por qué moriréis tú y tu pueblo a espada, de hambre y de pestilencia, según ha dicho Jehová de la nación que no sirviere al rey de Babilonia?
14. No digáis las palabras de los profetas que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia; porque os profetizan mentira.
15. Porque yo no los envié, dice Jehová, y ellos profetizan falsamente en mi nombre, para que yo os arroje y perezcáis vosotros y los profetas que os profetizan.

El mensaje de la yunta iba dirigido específicamente a Sedequías. El mensaje era que el rey no debía rebelarse ante una debilidad percibida en Babilonia, sino que debía someterse a la yunta de Babilonia por el periodo que durara la cautividad. Una yunta indica sumisión y servicio, y éste era el mensaje para Judá.
Sedequías había comenzado a rebelarse hacia Babilonia en este momento al negarse pagar tributo o impuestos a Nabucodonosor. Jeremías le aconsejó que cambiara su mentalidad. Cuando el rey vio a Jeremías con la yunta, de seguro entendió el mensaje. Los profetas falsos y engañosos estaban diciendo mentiras y diciendo hablar en el nombre del Señor. Creer tales mentiras sólo traería problemas.
Jeremías emitió una pregunta inquietante en el versículo 13. ¿Por qué moriréis? ¿Por qué vale la pena morir, y cuándo tomará esa decisión? Todos van a morir, pero ¿Por qué querríamos apresurar nuestra muerte sin causa o razón alguna? ¿Querría alguien realmente morir por la predicación falsa de un falso profeta? La respuesta de seguro es no, pero muchos a través de los años han dado sus vidas por tales mensajes. Si usted no cree la verdad, entonces ¿qué cree? Si usted rechaza la verdad, lo único que le queda por creer es una mentira. Esto hace reflexionar, pero es absolutamente preciso.
Detrás de cada decisión que tomamos hay una filosofía. Nosotros creemos antes de actuar. Si creemos mal, entonces no podemos esperar recibir bien. Los profetas falsos de los días de Jeremías entablaron un buen espectáculo. Todavía lo hacen hoy, pero la gente sabia no se dejará engañar por la predicación falsa. Jeremías predicaba lo real. Él había sido consistente por años en su mensaje, y no estaba cambiando ahora. Él proclamó la Palabra de Dios en todas las épocas, y el suyo era el mensaje verdadero al que debía prestársele atención.
Jeremías era serio. Este era un asunto de vida o muerte para el pueblo de Judá y para las demás naciones también. Aquellas naciones que cedieron a Babilonia vivirían, y aquellas que no, morirían. Esta era la Palabra de Dios, y no había ninguna excepción.

UNA PALABRA FINAL

Si el mensaje bíblico que usted recibe de parte de un predicador llamado por Dios tiene sentido, créalo. Si no tiene sentido para usted, entonces indague su corazón para encontrar la razón e igualmente créala. Dios demanda fe de parte nuestra (Hb. 11:6). La fe no es una opción que podamos tomar o dejar a nuestro antojo. Sin fe, no podemos agradar a Dios.
Jeremías no estaba predicando un mensaje de melancolía y condena. Judá inevitablemente sería cautiva de Babilonia, pero a través de la obediencia a este mensaje, la nación viviría de nuevo. Después de setenta años la cautividad acabaría, la nación volvería, y una vez más ocuparían esta tierra.
La geografía del mundo estaba cambiando alrededor de Israel en esa época. Después del surgimiento y de la caída de Babilonia, todo sería diferente, y aquellos que oyeran y le prestaran atención al mensaje de Dios, atravesarían intactos esta época de tribulación.
El mensaje para nosotros es mayormente el mismo. Las cosas están cambiando en el mundo todos los días. Jamás serán lo mismo de nuevo. Nosotros podemos negarnos a aceptar estos cambios y las profecías de Dios y ser destruidos, o podemos oír el mensaje de la verdad y someternos a él. Si lo hacemos, no necesariamente evitaremos todos los problemas que están por delante. El pueblo de Judá no lo hizo. Ellos fueron a cautividad, y no había nada que pudiera hacerse en esa época, más que eso. Pero podían someterse a Babilonia y luego volver a su tierra.
El mejor curso de acción en cualquier situación es buscar la voluntad de Dios y luego andar humildemente de acuerdo a nuestro entendimiento de ese plan divido para nuestras vidas.

PARA DISCUSIÓN

1. ¿Qué pensaría usted si viera a un hombre caminando alrededor con una yunta en su nuca?
2. Nombre algunas cosas que simbolizan las yuntas. ¿De qué manera encaja ese simbolismo el mensaje de Jeremías?
3. ¿Es sorprendente que la profecía falsa sea placentera para el oído? ¿Por qué o por qué no?
4. ¿Por qué no sería popular el mensaje de Jeremías entre el pueblo?

Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.

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