Texto: Jeremías 23:1-40
Versículo Clave: «He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.» Jeremías 23:5
Debemos descansar en la promesa que da Dios de dar justicia a este mundo a través de Jehová nuestra justicia.
UN VISTAZO PRELIMINAR
En la última lección, Judá estaba bajo el reinado del Rey Josías. Durante su reinado, el rey de Babilonia trajo su ejército contra Jerusalén. Nabucodonosor hizo varios ataques contra la ciudad antes que fuera derrocada y demolida y su pueblo fuera llevado cautivo. En su primer ataque, Nabucodonosor se llevó algunos tesoros del templo de Jerusalén y también a algunos príncipes de Judá. Entre ellos estaba un joven llamado Daniel y sus amigos—Ananías, Azarías y Misael—mejor conocidos por sus nombres babilónicos—Sadrac, Mesac y Abed-nego.
Josías fue dejado en Jerusalén para que fuera rey simbólico, y reinó durante siete años más. Luego se rebeló contra el gobierno de Nabucodonozor. Fue removido por los babilonios y su hijo, Joacim, también llamado Jeconías, fue puesto en el trono.
Él reinó por sólo tres meses y luego fue llevado cautivo a Babilonia. Su tío Sedequías, uno de los hijos restantes del rey Josías, fue puesto en el trono para servir como un tipo de rey provisional.
Todas estas cosas sucedieron entre los capítulos 20 y 21. Ahora es varios años después, y Sedequías, el más débil de todos los reyes de Judá y el último de la línea, estaba en el trono. Nabucodonosor envió otro ejército contra Jerusalén. La ciudad estaba sitiada, y entonces con prontitud el rey Sedequías le envió a Jeremías un mensaje, pidiéndole que intercediera ante Dios a favor de la nación. En respuesta, Jeremías le proclamó este mensaje al rey. La esencia del mismo era que la vida nacional de Judá estaba terriblemente mal. El poderoso mensaje de Jeremías trataba tanto de juicio como de esperanza.
UNA MIRADA MÁS CERCANA
I. Pastores destructores
Jeremías 23:1-4
1. ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová.
2. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová.
3. Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán.
4. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová.
Cuando los babilonios venían a destruir la nación, Sedequías no envió a un mensajero a los profetas de Baal. Él apeló a Jeremías. El rey Sedequías envió un mensajero a Jeremías, pero Jeremías fue personalmente al palacio y pronunció este mensaje. Él comenzó diciendo ay, o juicio, de los pastores que destruyen y dispersan a las ovejas de las praderas de Dios. El término pastor como se usa aquí, se refiere a los líderes políticos y espirituales de Judá; pero puede tener una aplicación más amplia.
En todas las culturas hay algunas personas que son influenciables. Puede que tomen o no decisiones, pero sus pensamientos y opiniones le dan forma y guían las opiniones de otros. Pueden ser políticos, como reyes y gobernantes, o pueden ser maestros o predicadores. Se espera que los líderes gubernamentales vean por el bienestar y el cuidado del pueblo que influencian (Ro. 13:1). En Israel, aquellos que eran líderes no habían asumido esta responsabilidad. Sedequías estaba sentado en el trono de David y recibiendo bendiciones bajo el pacto que había hecho David, pero irrespetaba al Dios que había estado en el corazón de David. En vez de guiar y proteger a las ovejas, las había dispersado y destruido.
Cualquier líder que venga a estar más preocupado por su propio bienestar que por el de aquellos a quienes sirve, fácilmente puede ser culpable de este pecado. Los líderes que personalmente se negaron a obedecer la ley habían hecho que sus seguidores hicieran lo mismo. Los reyes idólatras habían guiado a muchas personas a la adoración falsa. Debido a esto, sus pecados seguirían un círculo completo, y las cosas que habían infligido en otros personalmente les vendrían sobre ellos.
De muchas formas el pecado se auto-castiga. Todo pecado conlleva la semilla de su propia destrucción. Dios no estaba castigando al pueblo de Judá de forma arbitraria. Su pecado fue de larga duración, y Dios retiró su mano protectora y permitió que este pueblo cosechara lo que había segado.
La voluntad de Dios había sido dejada de lado por las acciones de los hombres malos. Dios preservó un remanente de su pueblo, y una vez más ocuparon esta tierra. Dios les dio líderes que sabiamente vieran sus necesidades, tanto en el plano físico como en el espiritual.
II. El renuevo justo
Jeremías 23:5, 6
5. He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.
6. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.
En medio de un mensaje específico dirigido a un rey específico, Jeremías levantó sus ojos y miró a través de los siglos a la segunda venida de Jesús. A menudo los profetas intercalaban tales profecías en mensajes contemporáneos. Esta es la primera vez que Jeremías dio esta clase de profecía.
Pablo también usó esta expresión para referirse a Jesús en 1 Corintios 1:30. Esta profecía es de gran relevancia porque Sedequías fue el último rey antes del exilio. Éste fue el fin de una era, el fin de una línea salomónica de reyes en Judá. Salomón fue el último hombre que gobernara sobre una Israel unida, y Jesús será el próximo rey en hacerlo. El punto aquí es que las promesas de Dios se cumplirán sin importar lo que los hombres hagan para detenerlas.
Los descendientes de Josías habían demostrado ser injustos, pero Dios todavía mantuvo un renuevo justo de la familia de David que culminaría en el nacimiento del Rey de reyes, Jesús. Su reinado, cuando venga de nuevo, será un tiempo de gran prosperidad, no sólo para el pueblo de Judá, sino para toda la tierra. Él gobernará en justicia. Esto se contrapone a la conducta injusta de estos reyes de Judá y especialmente a la dominación venidera de Babilonia.
En los días de la venida del Rey, el pueblo de Judá e Israel se salvarán y volverán a unirse para morar seguros en la tierra que Dios les ha dado. Aquí está el resultado final de la crisis del Medio Oriente de nuestros días. Estos problemas al final se resolverán cuando Jesús vuelva a la tierra. Lamentablemente, unos cuantos líderes actuales están mirando seriamente hacia su venida, si es que los hay.
El poder tras la venida del reino se expresa en el nombre del rey venidero. La idolatría y todas las demás religiones hechas por hombres tienen algo en común—todas permiten que la humanidad sea su propia justicia. La verdad es que todos los seres humanos son pecadores. No hay ningún justo, no hay ni siquiera uno. La única esperanza de la humanidad es reconocer este hecho y confiar en el único que se hizo pecado por nosotros, aunque Él no conoció ningún pecado en sí mismo. Cuando Jesús murió en la cruz, Él pagó el precio por las almas de todos los hombres. Cada una de las almas puede salvarse permitiendo que la justicia de Jesús sustituya la auto-justicia.
III. La reunión de Israel
Jeremías 23:7, 8
7. Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán Más:Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto,
8. sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra.
Mirando más allá de la cautividad y el exilio, Jeremías vio un día en que el pueblo de Judá sería reunido a su tierra. Este nuevo día vino a ser el evento líder en la historia hebrea, reemplazando el éxodo de Egipto como el momento central en la vida de la nación. Recuerde que en la época en que Jeremías proclamó estas palabras, los babilonios venían para llevarse al pueblo. Los días de Judá literalmente estaban contados, y el enemigo estaba a las puertas. Este es un mensaje de gran optimismo y esperanza insaciable.
Si hay una palabra que le demuestra la Biblia entera sin lugar a dudas a cualquier hombre razonable, es simplemente Israel. La historia de esta nación ha demostrado la verdad de las Escrituras una y otra vez. La profecía de Jeremías se cumplió al pie de la letra. Dios reunió a este pueblo después del exilio babilónico, y la nación una vez más estuvo en la tierra. ¿Por qué? Porque el Señor de Israel vive. Dios no es un concepto muerto ni un ídolo hecho por el hombre. Él está vivo y Él es poderoso, y su voluntad a la larga será hecha, tanto en el cielo como en la tierra.
Vez tras vez en la historia de Israel, los enemigos habían procurado sacar y destruir a este pueblo. Repetidamente Dios los había levantado y traído de vuelta. Aún hoy día, la nación de Israel está rodeada de naciones que buscan su ruina. Esta pequeña nación no tiene vecinos amistosos; no obstante, Dios la protege y la preserva porque tiene un propósito para este pueblo.
Sin importar dónde hayan ido los judíos, han guardado su identidad como pueblo, y siempre han anhelado volver a la tierra de la promesa. Esta gran verdad trasciende a todas las generaciones o poder político. Sean reyes, dictadores, primeros ministros o presidentes los que han estado en eminencia, Israel ha sido una constante de la historia mundial desde que Dios sacó a Abraham de Ur.
IV. Una condenación de los falsos profetas
Jeremías 23:25-32
25. Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé.
26. ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón?
27. ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal?
28. El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? Dice Jehová.
29. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?
30. Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano.
31. Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho.
32. He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé, y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.
Los líderes religiosos así como los reyes cargan con la responsabilidad de la angustia nacional. Jeremías no fue la única voz de su día clamando tener un mensaje de parte de Dios. Había otros que profetizarían aquello que el pueblo quería oír. Tales hombres todavía están con nosotros hoy día (2 Ti. 4:3).
Estos hombres malvados eran profetas por contrato, y diluían el mensaje verdadero que Jeremías y otros como él, llevaban. Eran como la granza del trigo. No servían para nada más que para ser llevados por el viento. Sus mensajes eran muy ligeros comparados con la pesada verdad que predicaba Jeremías.
Hay muchas cosas en la Biblia que los hombres no quieren oír. Muchos hoy preferirían oír un sermón que sienten bueno antes que recibir un reto por la verdad de las Escrituras, y las multitudes todavía acuden a tales ocasiones; pero la verdad siempre es la verdad.
Al final, se demostró que Jeremías estaba diciendo la verdad, y se demostró que los profetas falsos estaban diciendo mentiras. Fue demasiado tarde para aquellos que pusieron su fe en un mensaje falso. La verdad de la Palabra de Dios es demasiado importante para que sea tomada a la ligera. Un mensaje no es verdadero sólo porque le rasque donde le pica. Es cierto si viene de parte de Dios y es una mentira si no es así.
UNA PALABRA FINAL
Hoy día estamos oyendo mucho el mismo mensaje que proclamaron los falsos profetas en Judá hace bastante tiempo. La moralidad moderna nos dice: “no se preocupen. Si se quieren entre ustedes, pueden hacer lo que quieran y nada malo les sucederá. Ningún mal les ocurrirá”. Los líderes influenciables en nuestros días están diciéndole a nuestra generación: “usted puede huir con la esposa de su vecino, puede hacer trampa en su negocio, puede mentirles a sus amigos y no tiene por qué preocuparse. Nada malo le va a pasar y ni va a tener resultados dañinos”. Por eso es que una nación se divide y pierde su fuerza nacional.
En el centro de cualquier asunto está la condición espiritual del corazón. Los hombres maximizan el puesto del predicador e ignoran al predicador verdadero. Todos deben tener alguna fuente para su moralidad. Tiene que provenir de algún lugar, y si no creemos la verdad, lo único que queda por creer es una mentira.
Estos profetas malvados dijeron tener la autoridad de Dios y decían: “Dios dijo esto”, cuando Dios no lo había dicho del todo. Eso le hizo daño a la nación de Judá, y también lo hace con nuestra nación. La predicación falsa se alimenta del corazón de una nación, y permite que su pueblo se divida moralmente y se corrompa debido a que no hay una palabra fiel y verdadera de parte de Dios.
El negocio de un predicador es tomar lo que Dios ha dicho y ponerlo delante de la gente sin diluirlo, porque sólo eso salvará a una nación o a un individuo de hacerse daño y los preservará del peligro.
El propósito de Dios jamás será frustrado por las obras de los hombres, pero al mismo tiempo, ningún individuo ni nación es inmune a la verdad de la Palabra de Dios. La voluntad de Dios se lleva a cabo sólo en su corazón en la medida en que usted permita que Él entre en su corazón y controle su vida.
PARA DISCUSIÓN
1. ¿Cuáles son las implicaciones de volver a unir a la nación de Israel?
2. Discuta lo que será este mundo con un gobernador puramente justo ejecutando justicia y juicio.
3. ¿De qué manera es la Palabra de Dios como un fuego? ¿En qué se parece a un martillo?
4. ¿Cuáles dos preguntas debería usted hacerles a los que presumen hablar Palabra de Dios (Jer. 23:35)?
Preparado por D. Robinson; COMITÉ BAUTISTA ESCUELA DOMINICAL de A.B.A.