Lectura: 1 Pedro 2:21-25
Quien llevó él mismo [Jesús] nuestros pecados en su cuerpo. . . .
–1 Pedro 2:24.
Un turista que visitó una iglesia en Noruega dijo que se sorprendió de ver la figura de un cordero grabada cerca de la cumbre de la torre de la iglesia. Se enteró de que cuando estaban construyendo la iglesia, un obrero se cayó de un alto andamio. Sus compañeros bajaron corriendo, esperando encontrarlo muerto. Pero para su sorpresa y gozo, estaba vivo y sólo ligeramente herido.
¿Cómo sobrevivió? En ese momento pasaba por debajo de la torre un rebaño de ovejas, y el hombre cayó encima de un cordero. El cordero amortiguó su caída y murió aplastado, pero el hombre se salvó. Para recordar ese escape milagroso, alguien grabó un cordero en la torre a la altura exacta desde donde cayó el hombre.
Juan el Bautista describió a Jesús como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn. 1:29). Pedro dijo que todo el peso de nuestros pecados cayó sobre Jesús (1 P. 2:24). Y el apóstol Pablo explicó: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2 Co. 5:21). Todos hemos caído en pecado, pero Jesús llevó sobre sí en la cruz el castigo por nuestro pecado. Ahora ofrece vida eterna a todos los que personalmente depositen su fe en Él (Jn. 3:1-16).
¿Has sido salvo por el Cordero?
Jesús murió para que nosotros pudiésemos vivir.