Lectura: Salmo 40:1-8
Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez. . . .
–Jonás 2:1.
Caminaba yo un día por mi granero cuando escuché un desesperado piar adentro. Me puse a investigar y encontré un pobre pajarito golpeando sus alas contra la ventana. Si no hubiese gritado y piado, yo no hubiese escuchado, pero sus chirridos pidiendo auxilio me llevaron a ir allá, abrir la puerta, y permitirle que volara libremente otra vez.
Los hijos de Dios se meten a veces en lugares insólitos y en circunstancias desdichadas. Consideremos los siguientes incidentes:
Jonás en el vientre de un pez, huyendo de Dios (Jon. 2:1).
David en territorio enemigo actuando como un loco (1 S. 21:10-15).
Abram en Egipto mintiendo acerca de su esposa (Gn. 12:10-13).
Lot en Sodoma viviendo con los malvados (Gn. 13:12, 13).
Elías en el desierto revolcándose en la autocompasión (1 R. 19:4).
Pedro en un patio negando a su Señor (Lc. 22:55-62).
Los hijos de Dios no deberían encontrarse en tales circunstancias, pero muchas veces es así.
¿Estás en un lugar donde no deberías estar hoy? ¿Estás lejos de Dios, sintiéndote derrotado, atrapado e infeliz? Si es así, clama al Señor, confiesa tu pecado y déjate restaurar por su abundante misericordia (1 Jn. 1:9). Dios está esperando escuchar tu clamor de arrepentimiento.
No hay un lugar donde la gracia de Dios no llegue.