Versículo clave: “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo.” Efesios 4:15
Debemos comprender que todo hijo de Dios tiene una parte en el ministerio de una iglesia nuevo testamentaria y debe tomar su propio lugar en el servicio a Dios.
UN VISTAZO PRELIMINAR
Dios nos ha dado talentos y espera que los usemos (Mt. 25:1430). No debemos usar nuestras propias habilidades para nuestros propios propósitos egoístas; más bien debemos usar nuestros talentos para el propósito específico de promover el reino de Dios mientras estamos aquí en esta tierra.
Esta no es una meta vaga. Muchos lugares en el Nuevo Testamento dan instrucciones específicas para el uso de nuestros talentos. En este pasaje tan práctico, Pablo nos dio una instrucción para nuestro ministerio. Hay dos ideas igualmente malas sobre el ministerio. Una es que está reservado sólo para predicadores. La idea es que el predicador es llamado por Dios y él es el único que puede estar involucrado en el ministerio.
Para nada se enseña esto en la Biblia. Dios espera que todo creyente le sirva. Todos nosotros somos obra suya y todos somos creados para buenas obras, y Dios ha ordenado que debemos hacer esas buenas obras después que seamos salvos. Esto es cierto tanto para el predicador como para toda persona salva.
El otro extremo es que cualquier actividad, sin importar cual sea, puede ser etiquetada como un ministerio y después venir a ser la obra de Dios. Muchos usan esta excusa para santificar lo que de todos modos querían hacer y dicen que lo hacen en el nombre de Dios. Hay muchos caminos que al hombre le parecen rectos, pero no son los del Señor. Nosotros no podemos hacer que cierta actividad sea un ministerio para Dios sólo porque digamos que lo es o porque repitamos el nombre de Jesús mientras la estamos haciendo.
El ministerio del evangelio es la obra específicamente definida y establecida en el Nuevo Testamento. No es difícil de encontrar ni es difícil de entender. En esto, como en varios asuntos, debemos ceder nuestra voluntad a la voluntad de Dios y entonces seguir sus instrucciones para nuestras vidas.
UNA MIRADA MAS CERCANA
I. La meta de la madurez espiritual
Efesios 4:13-16
13. Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
14. para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
15. sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
16. de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Nosotros tenemos algunas metas muy específicas para nuestro servicio para el Señor. Nuestro viaje cristiano no es un paseo sin destino. Dios espera que logremos algunas cosas mientras estamos aquí en la tierra. Cada una de estas cosas es un reflejo de la condición de las cosas en el cielo. Este es el cumplimiento de la oración de Jesús en Mateo 6:10.
La primera meta es la unidad. Esta unidad no es la unidad externa que resulta de la fuerza o la coerción; más bien es una unidad interna producida por la fe. Una señal segura del pueblo de Dios trabajando de verdad es la unidad. Nunca podremos estar unidos mientras cada uno busque sus propios derechos y sus agendas por aparte; pero si rendimos nuestra voluntad a la voluntad de Dios, encontraremos una verdadera unidad basada en la fe. Todos nos acercamos entre nosotros en la medida en que nos acerquemos a Jesús.
Entonces, debemos aumentar nuestro conocimiento de Jesús. El mundo pecaminoso no aprenderá y jamás podrá llegar al conocimiento de la verdad. El pueblo de Dios tiene que aprender las verdades eternas de la Palabra y aplicarlas diariamente a sus vidas. La verdad es eterna. El cielo y la tierra pasarán, pero la verdad no pasará. Lo verdadero que nosotros aprendamos aquí será cierto por toda la eternidad. ¿No es fascinante que nuestro conocimiento vaya a trascender la tumba? Nosotros no podemos llevar nuestros bienes materiales al cielo con nosotros. Nuestros cuerpos físicos deben perecer, pero la verdad que conocemos puede seguir con nosotros hasta la eternidad.
Debemos llegar al punto donde podamos pensar y fungir como cristianos adultos. Hay tres señales de inmadurez. La primera es ser zarandeado por cada viento de doctrina que sopla. Así como el viento sopla aquí y allá, así lo hacen las doctrinas falsas. Ellas llegan una detrás de la otra y algunas personas las siguen sin cesar. Esta es una indicación segura que el hombre interior no está arraigado ni cimentado en la verdad de la Biblia.
La segunda señal de inmadurez es estar demasiado influenciado por los juegos de manos de las personas. Un ilusionista puede aparentar que está partiendo un cuerpo a la mitad, pero todo es una ilusión. Los hombres malos pueden hacer que lo bueno se vea malo y lo malo se vea bueno; pero es una ilusión, y el cristiano espiritualmente maduro no se dejará llevar por trucos.
Entonces, hay una astuta habilidad engañosa de los que ponen trampas para los creyentes. Esto es más que engaño; hay un corazón malo detrás. Esta es la actividad de los que están activamente buscando hacerle daño y destruir la obra del Señor. Hay tales personas ahí, y normalmente se alimentan de los débiles entre nosotros. La meta de nuestro servicio es crecer y ser inmune a la influencia de estas cosas hirientes.
La manera de madurar es hablando la verdad en amor. La verdad y el amor son dos fuerzas gemelas poderosas que nos ayudan a cumplir la voluntad de Dios. La verdad sin el amor nos convertirá en personas duras, frías y pretenciosas sin felicidad ni atractivo. El amor sin la verdad nos hará espesos y maleables como un tazón de gelatina. Puede que seamos dulces, pero no seremos fuertes. Pero la verdad y el amor juntos nos ayudarán a cumplir la voluntad de Dios en cualquier situación.
Entonces tenemos la maravillosa meta de la completa cooperación. La ilustración usada aquí es la de un cuerpo humano. Todas las partes de nuestros cuerpos son esencialmente distintas; no obstante, en un cuerpo sano todas las partes trabajan juntas en armonía en beneficio de un todo. Esa es la forma que se hace en una iglesia saludable. Todos los miembros estarán trabajando hacia la misma meta y estarán siguiendo el mismo liderazgo. La meta final es la de construir el cuerpo por medio del amor de Jesús. No hay mejor manera para que esto suceda que el pueblo de Dios siga el liderazgo del Espíritu Santo y que cooperen entre sí en el servicio del Maestro.
II. La vanidad de la mente mundana
Efesios 4:17-19
17. Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,
18. teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;
19. los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.
Debido a que sería un peligro perpetuo, Pablo advirtió sobre usar los métodos del mundo en la obra del Señor. Nosotros debemos andar para el Señor, pero no debemos adoptar el andar y el camino del mundo vano que nos rodea. Nuestra perspectiva determina el resultado de nuestras vidas, y debemos entrar a nuestro servicio cristiano con una actitud diferente.
En el mundo los hombres se arañan y rasguñan por posición, riqueza y poder. Esto no debe ser así en la obra del Señor (Lc. 22:24-26). Debemos pensar diferente al mundo y debemos vivir de manera diferente a la del mundo. Esta diferencia debería ser marcada y distinta. Aquí está el porqué.
El mundo a nuestro alrededor vive en un estado de conocimiento entenebrecido. Así como nosotros tropezamos y caemos cuando tratamos de caminar en la oscuridad, así también los que buscan sabiduría y conocimiento lejos de Dios están ciertos a encontrar gran dificultad. Este intento de andar en tinieblas nos lleva directo a alejarnos de Dios. Sólo hay un nombre bajo el cielo en el cual somos salvos (Hch. 4:12). Jesús fue claro cuando declaró que Él era el único camino al Padre (Jn. 14:6). Cualquier intento por rodear el plan de Dios nos llevará al distanciamiento de Dios.
En la vana imaginación de una mente perdida, un hombre podría considerarse a sí mismo por encima de las leyes de Dios, y podría pensar que es igual a Dios; pero está equivocado en ambos casos. Por esto es que un hijo de Dios nunca debe envidiar el mundo ni seguir los caminos ni los planes de las personas mundanas.
Nosotros nunca nos quedamos por largo tiempo en una aspiradora moral; para nada. Si nosotros no conocemos ni seguimos a Dios, entonces rápidamente seremos sobrepasados por las fuerzas malvadas que controlan esta tierra. El propósito de la forma de pensar mundana es el comportamiento depravado. Ciertas cosas tienen una relación de causa-efecto. Cuando hacemos algo, podemos esperar que suceda lo otro (Pr. 30:33). Espiritualmente, cuando los hombres abandonan a Dios en su forma de pensar e intentan implementar sus propias filosofías e ideas, el resultado será la depravación moral. Observe que esto es voluntario y recíproco. Estos hombres se dieron a sí mismos a ese tipo de comportamiento. No fueron forzados hacia ello, voluntariamente lo escogieron cuando decidieron alejarse de la verdad.
Podemos imaginarnos que podemos rechazar la verdad y permanecer moralmente neutrales, pero esto es una locura. Si usted no cree la verdad, entonces ¿qué le queda por creer? Lo único que le queda por creer es una mentira.
Observe las tres señales seguras de este tipo de decisión espiritual y moral. Primero, hay lascivia. Esta palabra literalmente significa “falta de restricción, indecencia de lujuria”. Quiere decir que aquellos que rechazan la verdad también rechazan la compostura que impone la verdad. Observe que los seres humanos depravados harán cosas que incluso los animales no harían. No hay fondo para el pozo de la depravación.
Entonces hay impureza. Este término puede que se refiera a las cosas que eran ceremonialmente impuras en el Antiguo Testamento. Sugiere que sin la restricción de la verdad nos convertiremos en lo que realmente no queremos ser. Tristemente esto les ha sucedido a muchas personas. Sus creencias las han llevado a comportarse de maneras que jamás se imaginaron.
Y finalmente hay codicia (avidez). El espíritu del cristianismo es desinteresado cuando da amor. Es como Jesús que se dio a sí mismo por los pecadores, aún por aquellos que no lo recibieran ni lo honraran. Pero lo opuesto es el espíritu de envidia y egoísmo que demanda más y más pero nunca se satisface. Un hombre envidioso nunca puede recibir suficiente para satisfacer su envidia, sin importar cuanto tenga; pero un verdadero seguidor de Jesús siempre tendrá suficiente, sea que tenga poco o sea que tenga mucho.
III. La verdad que está en Jesús
Efesios 4:20-24
20. más vosotros no habéis aprendido así a Cristo,
21. si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.
22. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,
23. y renovaos en el espíritu de vuestra mente,
24. y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
No es suficiente solamente despojarnos de ciertas cosas. Nosotros también debemos vestirnos de la verdad. Esto involucra ser renovado diariamente en nuestras mentes por nuestro contacto con la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios. Este paso es primordial. Nosotros no podemos ser lo que debiéramos ser si ni siquiera sabemos lo que deberíamos ser. Es como ir de viaje sin un destino. Puede que pasemos un buen rato, pero constantemente nos perderemos si no sabemos dónde vamos. La Biblia es nuestra regla y guía de fe y práctica única y suficiente.
Cuando sabemos lo que es correcto, entonces tenemos la obligación de hacer lo que es correcto. Esto lo hacemos poniendo en práctica en nuestras vidas lo que aprendemos de la Biblia. El nuevo hombre, el cual es la parte de nosotros que nace de nuevo cuando confiamos en Jesús, es creado en justicia y santidad. La santidad sencillamente significa “integridad”. Un hombre santo es íntegro, todas sus partes espirituales están ahí y todas funcionan para la gloria de Dios. Cuando nos vistamos del nuevo hombre estos dos adjetivos describirán nuestras vidas.
UNA PALABRA FINAL
Una de las mejores ilustraciones de despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo es la resurrección de Lázaro. Cuando Lázaro salió de la tumba, Jesús les instruyó a quienes veían que lo despojaran de sus vestiduras de sepultura y que lo dejaran ir. Lázaro estaba apropiadamente preparado para su funeral, pero ahora estaba vivo otra vez; ya no necesitaba la restricción ni la limitación de las vestiduras del entierro (Jn. 11:40-44).
Cuando confiamos en el Señor como nuestro Salvador, ya no necesitamos las vestiduras del sepulcro de esta vida. No tenemos que ser controlados por las actitudes y las acciones de aquellos que nos rodean. En vez de eso, tenemos que prepararnos para nuestro servicio a Dios metiéndonos de lleno en la Palabra de Dios, leyendo nuestras Biblias diariamente y luego poniendo en práctica las cosas que aprendemos cada día. En la medida en que lo hagamos, encontraremos nuestras mentes y nuestros corazones creciendo hacia la verdadera madurez espiritual.
PARA DISCUSION
1. ¿Cómo se manifiesta la madurez espiritual?
2. ¿En qué se asemeja una iglesia a un cuerpo humano?
3. Explique la metáfora de andar. ¿Cómo se aplica a nuestro servicio a Dios?
4. ¿Cuáles son algunas cosas de las que usted debe despojarse antes de vestirse de Cristo?