Lectura: 2 Corintios 4:7-18
Plantados en la casa de Jehová . . . aún en la vejez fructificarán. . . .
–Salmo 92:13, 14.
Muchas culturas parecen valorar la juventud más que la tercera edad. En los puestos de trabajos, por ejemplo, las políticas de jubilación obligatoria restringen el número de años que se considera útil a un empleado.
Sin embargo, los creyentes no tienen que sentirse débiles o improductivos a medida que envejecen. Mientras más viejos somos, deberíamos volvernos más eficaces y fuertes en la fe. De la misma forma en que el otoño es la época de abundantes cosechas, así nosotros deberíamos poder decir: «. . . aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día» (2 Co. 4:16).
Eso le sucedió al apóstol Pablo. Durante sus años de servicio para el Señor, enfrentó muchas dificultades. Pablo reconocía su fragilidad humana y también que «la muerte actúa en nosotros» (2 Co. 4:12). Pero incluso a medida que su cuerpo se debilitaba, su espíritu se fortalecía. Mientras más envejecía físicamente, más vibraba espiritualmente.
¿Estás creciendo «en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo?» (2 P. 3:18). El salmista escribió: «Plantados en la casa de Jehová . . . aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes» (Sal. 92:13, 14). –
A medida que Dios añade años a tu vida,
pídele que añada vida a tus años.