Lectura: Génesis 9:1-17
Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra.
–Génesis 9:13.
¿Te gusta mirar los arco iris? Cuando ves un arco iris, ¿has pensando alguna vez que Dios también lo está mirando?
La próxima vez que esa amalgama de bellos colores se arquee sobre el paisaje, tómate el tiempo de mirarlo a la luz de la promesa que Dios hizo a Noé: «Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente. . .» (Gn. 9:16).
El arco iris era un recordatorio de la generosa promesa de Dios de que nunca destruiría la tierra de nuevo con agua. Sin embargo, una calamidad aún mayor se acerca. Pedro advirtió: «Pero los cielos y la tierra . . . están reservados . . . para el fuego en el día del juicio. . .» (2 P. 3:7).
El arco iris, visto contra las nubes del juicio, hablaba de la gracia. Pero el arco iris palidece cuando se compara con la gracia que Dios mostró en el Calvario. En la cruz, la ira de Dios contra el pecado cayó sobre Jesucristo, el sustituto del creyente. Cuando la Luz del mundo se enfrentó a las nubes tempestuosas del juicio en el Calvario, apareció un hermoso arco de promesa y perdón. Y un día, los creyentes se reunirán alrededor del trono de Dios que tiene alrededor un arco iris (Ap. 4:1-3).
Por tanto, la próxima vez que veas un arco iris, recuerda la abundante misericordia y gracia de Dios.
Cada arco iris nos recuerda al
Dios que cumple sus promesas.