Versículo clave:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.» Efesios 2:8
Este estudio nos ayudará a comprender que la salvación y todas las demás bendiciones de la vida fluyen de la gracia de Dios hacia la humanidad.
UN VISTAZO PRELIMINAR
La comprensión de lo que ha hecho Jesús por nosotros y la simple verdad de que él tiene un plan para nuestras vidas, nos cambiará para siempre. Nunca veremos la vida de la misma manera una vez que entendamos estas verdades maravillosas. El poder de Dios penetrará nuestra ignorancia y le revelará su verdad a nuestras almas.
Nosotros jamás podremos entender realmente todo lo que Dios ha hecho por nosotros hasta que entendamos y aceptemos el estado perdido de la humanidad. Debemos darnos cuenta que es absolutamente imposible que el hombre haga algo para salvarse a sí mismo de sus pecados. Una vez que entendamos esto, podremos entonces volvernos al único Salvador verdadero y poner nuestra fe en Él. Para nada es difícil decirle a un hombre cómo ser salvo; se puede hacer en unas cuantas palabras. Lea Hechos 16:31. A menudo es muy difícil lograr que un ser humano están perdidos y necesitan la gracia redentora de Jesucristo.
En estos versículos llegamos a una verdad tan opuesta al razonamiento humano que muchos sencillamente se niegan a aceptarla. Cuando la oímos, inmediatamente la diluimos o tratamos de encontrarle una explicación convincente.
Recuerde, estamos tratando con la verdad eterna de la Palabra de Dios. Estas verdades sencillas no están sujetas a nuestra revisión. Estas cosas no son ciertas si las creemos, son verdaderas, sea que estemos o no de acuerdo con ellas. Usted mismo se dará cuenta en los versículos de la lección de hoy.
UNA MIRADA MAS CERCANA
I. Nuestra condición anterior
Efesios 2:1-4
1. Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
2. en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
3. entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
4. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó.
Pablo no se anduvo con rodeos aquí. Él no intentó suavizar el golpe. Simplemente declaró la verdad. Él pone su dedo de lleno en el problema básico de la naturaleza humana, un problema que aún se ignora mucho a través del mundo hoy día. Quienes no se han convertido por la gracia de Jesucristo están muertos en sus delitos y pecados.
Es difícil creer que un joven o una joven saludables estén muertos, pero esto es precisamente lo que declara la Biblia. Esa vida física abundante y radiante oculta un alma muerta. La evidencia de esto es abundante. Observe cómo Pablo analizó esta condición.
Primero, hay un andar o una vida vivida acorde con el mundo y el diablo. Hay uniformidad y conformidad en la muerte. Al final, todas las personas fallecidas se parecen. El cuerpo físico vuelve al polvo. De igual manera, quienes están perdidos siempre están marcados por su disposición de conformarse a los parámetros de un mundo perdido y Satanás mismo está detrás de estos parámetros. Este es un asunto del espíritu, y hay un espíritu malo en los hijos de desobediencia.
Luego, aprendemos que la forma de hablar, o el estilo de vida de la gente perdida es un asunto de la satisfacción de las lujurias y la realización de los deseos de la carne. Muy pocas personas no cristianas en el mundo jamás verán más allá de la satisfacción de algún deseo inmediato de la carne. Si podemos satisfacer nuestra lujuria, estamos felices, y si no podemos hacerlo, somos miserables. Literalmente para millones de personas en el mundo ésta es una gran forma de felicidad. En sí mismo éste es un comentario triste de la condición humana.
Las dos grandes características de la muerte son la impotencia y la corrupción. Las personas fallecidas no tienen poder para hacer algo. Una vez que nuestra alma deja nuestro cuerpo, el cuerpo ya no puede hacer nada, ni bueno ni malo. La verdad es que una vez que morimos, el cuerpo muerto pierde todo el poder.
La segunda característica de la muerte es la corrupción. Una vez que morimos, nuestros cuerpos comienzan a deteriorarse. Esto no sucederá todo a la vez, pero inevitablemente sucederá. El cuerpo que alberga nuestra alma se pudrirá y volverá a la tierra. Estos son datos crueles que a menudo no queremos enfrentar, pero ninguna persona racional puede negar que sean ciertas. Esta es la condición de un hombre o una mujer perdidos.
Las personas muertas no pueden ser mejoradas por reforma ni por renovación. No pueden auto-ayudarse así como tampoco otras personas les pueden ayudar. Restaurar la vida de un cuerpo muerto va más allá del poder del hombre. Una vez que ocurra la muerte, pronto le seguirá la horrible corrupción. Puede que no nos guste esta descripción de la humanidad perdida, pero esta es precisamente la condición en la que estábamos todos antes de convertirnos.
Ahora observe las dos maravillosas palabras en el versículo 4: “Pero Dios.” Dios nos ama. Mientras estábamos muertos en pecados Dios nos amaba. Antes que siquiera lo conociéramos Dios nos amaba, y por medio de Jesucristo, Él proveyó una man-era de redención para nosotros.
II. Nuestra salvación presente
Efesios 2:5, 6
5. aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
6. y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.
Nuestra salvación es consecuencia directa del amor de Dios. Estábamos muertos en pecados, pero Dios nos ha dado vida. Observe que se nos da vida con Cristo. El mismo poder que sacó a Jesús de la tumba y lo trajo de vuelta a la vida, es el poder que salva nuestras almas.
Así como un cuerpo muerto no puede ayudarse a sí mismo, una persona muerta en pecados tampoco puede auto-ayudarse. La salvación no se trata de lo que podamos hacer por nosotros mismos; se trata de lo que Dios hace por nosotros a través de Jesús. No somos salvos por nuestras obras. Así como las personas muertas, nosotros no podemos hacer nada para ayudarnos a nosotros mismos. Somos salvos por la gracia de Dios. Gracia es un favor o regalo inmerecido, el proceso por medio del cual recibimos cosas que no merecemos. La gracia no se gana y no es un premio. Se nos extiende por un Dios amoroso que quiere que todas las almas encuentren paz por medio de Jesús.
Así como Dios levantó a Jesús de la muerte y luego lo llevó al cielo, así Dios les da vida a las almas perdidas de quienes confían en su Hijo, luego las lleva al cielo cuando han terminado aquí en la tierra y las trae ante su divina presencia.
Por favor entienda, la salvación no es una reforma. Jesús no vino ni murió para que la gente buena pudiera ser un poco mejor. Él murió para que los pecadores perdidos pudieran vivir. Él murió para que los que estuvieran muertos en sus delitos y pecados pudieran tener una vida espiritual. Esa es la magnífica promesa del evangelio, y es única en toda la historia. La mayoría de las religiones hechas por el hombre se centran en mejorar la vida. Jesús propone que un alma muerta viva. ¡Qué magnífica diferencia!
III. Nuestra presentación futura
Efesios 2:7
7. Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Somos salvos por gracia y somos salvos con un propósito. Así como nuestras vidas físicas tienen un propósito más allá de la simple existencia, de igual forma nuestras vidas espirituales tienen un propósito. Dios tiene en mente una meta para nosotros, y cuando comprendamos y aceptemos este hecho, la forma en que vemos la vida y la eternidad cambiará para siempre.
Hay siglos por venir y tendremos una parte en ellos de una u otra forma. Usted es un ser eterno. Usted vivirá después que su cuerpo muera, ya sea en el cielo o en el infierno. Ambos son lugares verdaderos y ahí hay personas reales habitando ahora mismo.
Quienes confían en Jesús como su Salvador personal vivirán en el cielo por toda la eternidad y darán evidencia de dos verdades maravillosas. La primera es que Dios ha demostrado la riqueza de su gracia a través de nuestra salvación. Recuerde que somos salvos por gracia, no por nuestras obras. Si usted cree que estos versículos son ciertos, entonces estamos muertos en pecados y la gente muerta no tiene el poder para auto-ayudarse; pero la gracia de Dios jamás deja de tener poder y salva nuestras almas y nos libera.
La segunda cosa que Dios trata de revelar a través de nosotros es su bondad. Estos sencillos versículos abarcan el gran objetivo de Dios para la humanidad. Él es misericordioso y bondadoso con nosotros, y quiere demostrárnoslo a través de la eternidad por medio de aquellos que lo acepten y se conviertan.
Por favor vea que todo esto es por medio de Jesucristo. Nada de esto es por medio de nuestros propios esfuerzos.
IV. Nuestro fundamento seguro
Efesios 2:8-10
8. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios,
9. no por obras, para que nadie se gloríe.
10. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
En estos versículos tenemos una declaración concisa del fundamento de verdad tal y como se aplica a toda la humanidad.
Comenzamos con la muerte y ahora llegamos a la vida en su plenitud. La verdadera satisfacción llega cuando comprendemos todo lo que Dios ha hecho por nosotros.
¿Qué podría estar más claro que el versículo 8? Somos salvos por medio de nuestra fe en Jesucristo, y somos salvos por la gracia de Dios. No es por nosotros mismos. Nosotros no hicimos nada para que ocurriera. Nosotros no contribuimos a nuestra salvación; todo lo que hicimos fue estar de acuerdo. Es el regalo de Dios, no un premio ni un pago por una vida de bondad humana.
Aquí hay una revelación estupenda y verdadera de la naturaleza humana. Si fuéramos salvados por nuestras propias obras, entonces inevitablemente estaríamos presumiendo al respecto. Un hombre se jactaría que ha hecho muchas cosas buenas mientras otros no lo han hecho. En Mateo 7:21-23 se relata tal escena. Los hombres se presentan delante de Jesús para jactarse de todas las cosas maravillosas que han hecho. Otra escena así tiene que ver con un fariseo y un publicado relatada en Lucas 18:10-14. Pero nadie puede jactarse de su salvación porque ninguno de nosotros trabajó para producirla.
Entonces en Efesios 2:10 vemos otra verdad que cambia la vida. Dios nos ama, Dios nos salva y Dios tiene un plan para nuestras vidas. Nosotros no somos accidentes, y no estamos viviendo una serie de eventos aleatorios sin esperanza mientras morimos. Vivimos de acuerdo a un gran plan que Dios puso en marcha hace mucho, mucho tiempo. Ese plan es que sigamos viviendo y sirviendo al Señor en la tierra después que nuestras almas se hayan convertido. Dios ha ordenado que hagamos buenas obras, no para ser salvos, sino porque somos salvos.
Un hombre muerto no puede hacer nada, pero las personas vivas tienen una opción. Pueden vivir en delitos y pecado o pueden andar de acuerdo a la nueva vida que Jesús da. Entender esto cambiará permanentemente la forma en que usted vive.
UNA PALABRA FINAL
¿Qué ha hecho Dios por usted? Si usted cree que la presencia de Él en su vida es sencillamente un accesorio de una situación que de otra manera sería muy buena, entonces usted será muy distinto al hombre que sabe que estaba muerto y que Dios ha hecho que viva.
Muchos, puede ser que algunos en Éfeso, no entendieron el plan eterno de Dios. Muchos hombres insensatos se ven a sí mismos algo iguales a Dios. Quieren discutir con Él y establecer su poder de raciocinio contra Él. Esto es tan insensato como ir a una tumba y discutir con las lápidas. Los hombres muertos no necesitan discutir, necesitan la vida.
Los hombres muertos no necesitan el ánimo. No necesitan ser reformados ni que se les diga que se comporten. Necesitan el poder de la resurrección. Aquí está el meollo del asunto.
¿Fue Jesús quien aseguraba ser? ¿Hizo lo que aseguraba haber hecho? Cómo conteste usted estas preguntas determinará su destino eterno.
Cuando él fue bajado de la cruz, Jesús estaba muerto. No estaba en coma, y no estaba simplemente invadido por el dolor y sufriendo su tiempo en la cruz. Él estaba muerto. Aún sus amigos más queridos pensaron que todo había terminado. Los discípulos siguieron su camino y las mujeres prepararon su cuerpo para la sepultura; pero cuando volvieron al sepulcro tres días más tarde, él no estaba ahí; había resucitado. Este gran evento nos demuestra lo que sucede cuando nos convertimos, y nos da la promesa que así como Dios conquista la muerte espiritual, Él también puede vencer la muerte física. Esta es la grandiosa promesa de las buenas nuevas de Jesucristo.
PARA DISCUSION
1. ¿Realmente cree usted que estaba muerto antes de convertirse? ¿Por qué o por qué no?
2. ¿Cuál poder gobierna este mundo físico?
3. ¿Cómo lidia usted con las lujurias de la carne?
4. ¿De qué maneras se considera usted como el trabajo esmerado de Dios?