Lectura: Romanos 6:14-23
. . . fuisteis rescatados . . . no con cosas corruptibles . . . sino con la sangre preciosa de Cristo. . . .
–1 Pedro 1:18, 19.
Entre los muchos nombres dados a nuestro Señor en la Biblia, hay uno que es muy preciado para mí. Es el nombre Redentor.
La palabra redimir significa literalmente «comprar de nuevo». Sugiere que se ha vendido o se ha perdido algo para poder pagar una deuda. Cuando se paga el precio de su redención, se puede reclamar el artículo perdido.
El hombre fue creado a imagen de Dios, pero se vendió a Satanás a cambio del fruto de un árbol prohibido. Desde ese momento, toda la humanidad ha sido esclava del pecado y está bajo juicio.
El precio de compra de la redención fue la muerte sacrificatoria de Jesucristo, la cual cumplió con las exigencias de la santidad de Dios. Todo el que acepta el regalo del perdón de Dios se hace libre y se convierte en esclavo de Cristo el Redentor (Ro. 6:22).
Hace muchos años, un hombre visitó un mercado de esclavos. Observó un rato y luego participó en la subasta de un esclavo hasta que nadie pudo ofrecer un precio más alto que él. Después de pagar el precio, le dio el documento de venta al esclavo y le dijo: «Te compré para hacerte libre.» Abrumado de gratitud, el esclavo rehusó dejarlo y se convirtió en su más dedicado siervo por el resto de su vida.
Cristo pagó un precio enorme por nuestra salvación. ¿Le servimos por gratitud?
Cristo lo dio todo por nosotros;
¿estamos dando nuestro todo por Él?