Un pastor evangélico, de visita en la península de Yucatán, México, se dio cuenta de que muchos jóvenes, hijos de familias cultas y de buena posición económica, hablaban el castellano a la manera de los mayas de la región, sin ser ellos mismos de ese grupo étnico. Muchos de los jóvenes, a pesar de su educación universitaria, no perdían el acento y giros del lenguaje característicos del pueblo maya. Al comentar con extrañeza y curiosidad este asunto con un amigo lugareño, éste le explicó que las familias pudientes empleaban como nodrizas y niñeras para sus hijos a mujeres mayas, las cuales trasmitían a los niños su manera de hablar peculiar. La manera de hablar de las niñeras prevalecía sobre el hablar de los padres de los niños, dado que éstos imitaban a las niñeras con las que pasaban más tiempo. ¡Cuán importantes son los primeros años de vida!