Lectura: Mateo 21:12-17
. . . de la boca de los niños . . . perfeccionaste la alabanza.
–Mateo 21:16.
En un culto de domingo en la noche, el pastor de niños subió a dos niños y dos niñas, de edades entre 6 y 8 años, al púlpito. Primero les preguntó lo que querían ser cuando fuesen grandes. Una niña dijo que atleta, un niño que policía, otro agricultor y la última que misionera.
Luego les preguntó que cuál era su historia bíblica preferida. Ellos mencionaron la historia de David y Goliat, el nacimiento de Jesús y la alimentación de los 5.000.
Por último el pastor preguntó: «¿Cómo es Dios? Cómo lo describirían?» Después de pensar un poco, los niños hablaron de su poder, de su amor y de su capacidad de «hacer milagros».
Sus respuestas fueron buenas, pero lo que me impresionó fue la forma en que hablaron sobre Dios. Fue con temor reverente y confianza que expresaron sus sentimientos hacia Dios.
Mateo 21 describe la escena en Jerusalén cuando los niños exclamaron: «¡Hosanna al Hijo de David!» (v. 15). Los líderes del templo preguntaron a Jesús con indignación: «¿Oyes lo que éstos dicen?» (v. 16). Fue entonces cuando Jesús citó el Salmo 8:2 y les dijo que los niños estaban cumpliendo una profecía con su alabanza.
Pienso que los niños del culto en la iglesia estaban alabando al Señor de la misma manera sincera e inocente. Yo también deseo alabar a Dios con pureza y entusiasmo.
Nunca se puede alabar demasiado a Dios.
NPD/--DCE