Lectura: Ester 9:20-28
Vended lo que poseéis, y dad limosna. . . .
–Lucas 12:33.
Purim es una de las fiestas judías más extraordinarias. Se instituyó para celebrar la muerte de Amán y la evasión de los judíos. Hoy día se distingue leyendo el libro de Ester (lectura que se interrumpe con ruidos estridentes cada vez que se menciona el nombre de Amán) en medio de una atmósfera festiva.
Purim es también una época de caridad, un concepto arraigado en el Antiguo Testamento (Dt. 15:7, 8; 26:12, 13). El gozo de la liberación de Israel de la diabólica conspiración de Amán se expresa por medio de una generosa caridad hacia todos los que la soliciten.
En su libro escrito en inglés y titulado Jewish Literacy [Erudición judía], el rabí Joseph Telushkin cuenta de otro rabí que se sintió tan compelido a guardar el día de Purim, que dio limosna a dos mujeres judías que se la pidieron, a pesar de que sabía que eran impostoras.
Puesto que hemos sido liberados del pecado por medio de Cristo, deberíamos ser generosos para con los necesitados. De corazones compasivos debe salir nuestra benevolencia para ayudar a los pobres. Sin embargo, no seremos caritativos si nuestros corazones están endurecidos por un espíritu de autoprotección, o si pensamos que la caridad es responsabilidad de otra persona.
Cristo mandó a sus seguidores que fuesen caritativos (Mt. 6:1-4; 12:33), y demostró caridad por medio del regalo máximo de su propia persona.
La clase más elevada de caridad
brota de lo más profundo del corazón.
NPD/--DCE