Lectura: Filipenses 1:12-26
. . . las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio.
–Filipenses 1:12.
Fueron hombres malos, no Dios, los que echaron al apóstol Pablo en la cárcel con la esperanza de poner fin a su ministerio. Pero les salió el tiro por la culata y el evangelio se divulgó (Fil. 1:12, 13). Pablo no sabía por qué Dios había permitido su encarcelamiento, pero vio cómo lo usó para bien.
Cuando el jugador estrella de béisbol Dave Dravecky perdió el brazo que usaba para lanzar debido a un cáncer, luchó mucho para hallar la razón de su pérdida enumerando las ganancias que había obtenido. Con el tiempo se dio cuenta de que había estado confundiendo los resultados de su pérdida con un intento de comprender los propósitos inescrutables de Dios.
Para ilustrar la diferencia, Dave se refiere a su brazo amputado. Un resultado de su cirugía fue que los investigadores médicos tuvieron un tejido canceroso que estudiar, lo cual podía aumentar sus conocimientos de la enfermedad. Eso es algo bueno. «Sin embargo, no sería tan bueno –escribe Dave– si el propósito de mi cirugía fuese proveer de un brazo para que el departamento de patología tuviese una muestra que estudiar.» Ese puede ser un resultado, pero no explica el propósito más elevado de Dios.
En lugar de tratar de descubrir el propósito oculto de Dios con su cáncer, Dave se centra en un resultado que ha visto: «Solía depender de mí. Ahora dependo más de Dios.»
Esa puede ser la ganancia más grande de todas.
No podemos controlar el viento,
pero sí podemos ajustar nuestras velas.
NPD/--JEY