Lectura: Salmo 32
Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia. . . .
–Salmo 32:7.
Le pregunté a un respetado líder cristiano si es posible prepararse para enfrentar una pérdida personal. Sabía que su respuesta vendría de su propia experiencia, pues su hijo de 31 años de edad había sido brutalmente asesinado cinco años antes.
Antes de contestar hizo una breve pausa y entonces dijo: «Nunca estamos tan preparados para la pérdida como creemos estar.» Prosiguió describiendo cómo la muerte de su hijo había puesto a prueba su relación con Dios y todo aquello en lo que profesaba creer. Su respuesta no fue trivial ni fabricada, y su rostro reflejaba paz. Él y su esposa habían pasado por una profunda pena, pero no se habían dejado dominar por la ira ni por el cinismo, pues la Palabra de Dios los había sostenido.
El salmista escribió: «Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente en la inundación de muchas aguas no llegarán éstas a él. Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás» (Sal. 32:6, 7).
En los buenos tiempos de la vida, nuestra comunión diaria con Dios nos ayuda a prepararnos para las dificultados que nos esperan. Luego, cuando llega el momento de la prueba, Dios está con nosotros de una forma que nunca hubiésemos podido imaginar.
Cuando Dios da una carga
da también la gracia para llevarla.
NPD/--DCM