Abram acababa de obtener una victoria sobre la alianza de reyes mesopotámicos, sin embargo es evidente que ante lo desconocido le asalta el temor. Es interesante que las proezas de la fe nunca hacen que la persona confíe en sí mismo, sino que al contrario se sienta aún más necesitado del Señor. En esa situación Dios alienta a Abram en tres maneras:
I. Dios alienta a Abram con su palabra. La expresión No temas dice que Dios ha tomado en cuenta todas las circunstancias y conoce exactamente lo que hay que hacer y lo que él mismo hará. Dios alienta a sus hijos cuando no saben qué hacer y sienten que la inseguridad comienza a invadir su corazón.
II. Dios alienta a Abram con su poder. Yo soy tu escudo. Dios mismo se pone al frente para defender al creyente en él. Con razón los salmistas pudieron decir con confianza: Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones, por tanto no temeremos (Sal. 46:1, 2a). El que habita al abrigo del todopoderoso morará bajo la sombra del omnipotente. Diré yo a Jehovah: esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré (Sal. 91:1, 2).
III. Dios alienta a Abram con un incentivo sublime. Y tu galardón será muy grande. Dios asegura que la totalidad de nuestros éxitos no los hemos recibido todavía, sino que más adelante él tiene algo mejor para nosotros. Por eso los cristianos podemos decir con confianza: «Lo mejor está un poco más adelante.»
Conclusión:
La respuesta de Abram: El creyó a Jehovah y le fue contado por justicia (v. 6). Abram aceptó el mensaje y la palabra del Señor y con calma descansó en su fidelidad. La fe en la palabra de Dios siempre produce resultados maravillosos:
(1) transforma al creyente; y
(2) justifica al creyente.
Nunca seremos iguales cuando depositamos nuestra confianza en las promesas del Señor.
(Comentario Mundo Hispano)