Lectura: Mateo 6:5-13
. . . Padre nuestro que estás en los cielos.. . . El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
–Mateo 6:9, 11.
Tal vez has escuchado hablar del hombre que siempre oraba así: «Señor, bendíceme a mí y a mi esposa, a mi hijo Juan y a su esposa, a nosotros cuatro y a nadie más. Amén.»
Muchas de nuestras oraciones están diseñadas exclusivamente para obtener algo para nosotros. La mayoría de las veces, nuestra actitud es: «Dame esto, dame aquello. Amén.»
Considerando la manera en que hablamos con Dios, uno pensaría que el modelo de oración que nos dio el Señor en Mateo 6 consistía únicamente de peticiones para satisfacer nuestros deseos egoístas. Pero lee los versículos 5-13 de nuevo. Cuando elevamos nuestros corazones a Dios, hemos de honrar su nombre, desear su voluntad en la tierra, pedirle perdón, buscar fortaleza para la victoria espiritual, y reconocer su autoridad, poder y gloria.
Claro que Dios desea que le expresemos nuestras necesidades, y también se deleita en conceder buenas cosas a los suyos. Jesús dijo: «Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mt. 7:11). Sin embargo, pedir no debería ser el único elemento en nuestras oraciones. El Señor se deleita en nuestra adoración y comunión y en escuchar nuestra confesión de pecado así como nuestras peticiones.
Si oramos como nos enseñó Jesús haremos mucho más que decir: «Padre nuestro, danos.»
La oración debería ser algo más que una lista de deseos.
NPD/--RWD