Lectura: Salmo 56
En el día que temo, yo en ti confío.
–Salmo 56:3.
Vivimos en un mundo plagado de temor. La gente se preocupa por las enfermedades, la pobreza, la disolución de la familia, las guerras, el hambre y el futuro.
Sin embargo, para aquellos que depositan su confianza en el Señor es diferente. Puesto que sus vidas están en manos de un Padre celestial sapientísimo, amante y todopoderoso, pueden enfrentar con confianza cualquier situación difícil.
Henry Durbanville escribe lo siguiente acerca del talentoso predicador del siglo IV Juan Crisóstomo: «Exiliado de la posición que ocupó como el más grande predicador de su época, este noble hombre rehusó ser intimidado. «¿Qué puedo temer? –pregunta–. ¿La muerte? Bien saben que Cristo es mi vida, y que con la muerte saldré ganando. ¿El exilio? Pero si la tierra y toda su plenitud pertenecen al Señor. ¿Pérdida de riquezas? Pero si nada trajimos a este mundo y nada podremos llevar. Por tanto, todos los terrores del mundo son despreciables a mis ojos, y me río de todas sus cosas buenas. A la pobreza no temo, riquezas no anhelo, y la muerte no rehuyo.»»
Ese mismo puede ser nuestro testimonio. Con Dios como Padre, Cristo como Salvador, y el Espíritu Santo como Guía podemos enfrentar todas las situaciones con absoluta confianza en Aquel que vence al temor.
El mejor antídoto para el temor es la fe en Dios.
NPD/--RWD