Lectura: 1 Juan 3:10-18
El amor sea sin fingimiento. . . . –Romanos 12:9.
Cada día, durante veinte años, Antonio le escribió un poema de amor a su esposa. Sin embargo, en la audiencia de su divorcio reveló que él no componía aquellos versos para celebrar los goces del matrimonio, sino para apaciguar a su dominante esposa. El juez concedió el divorcio y declaró que el matrimonio no tenía más que una «apariencia de amor».
Las relaciones entre algunos cristianos muchas veces fracasan de la misma manera. El resentimiento largo tiempo escondido a la larga sale a la superficie cuando se dejan de lado las simulaciones. Un cónyuge se marcha después de años de tener supuestamente un matrimonio feliz, diciendo que él o ella está cansado de disimular la verdad y de seguir la corriente.
En 1 Juan 3 leemos que no hemos de «amar de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» (v. 18). El «amor» de Caín por su hermano Abel tapaba unos celos furiosos que posteriormente desataron la ira (v. 12). Y todos conocemos el trágico final de esa historia (Gn. 4:8).
Ya sea en el matrimonio o en nuestras relaciones con otros creyentes, el resentimiento y la separación surgirán con toda seguridad si el amor no es sincero. En lugar de presentar una «apariencia de amor», tomémonos en serio el desafío de que «el amor sea sin fingimiento» (Ro. 12:9).
El amor verdadero no hace nada falso.
NPD/ --MRD II