Lectura: Isaías 2:6-18
Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad.
–Isaías 2:10.
A la gente le encanta poner a Dios en una cajita. Para satisfacer su propia manera de pensar o para apoyar su opinión en una discusión, construyen una cajita, le ponen una etiqueta, colocan a Dios en ella, y la envuelven en papel plástico.
Una de esas cajitas populares el la cajita del «amor». Es la que usa la gente cuando quieren creer que Dios es un personaje tipo abuelo benevolente que ama tanto a todo el mundo que no sería capaz de castigarlos. Independientemente de cuál sea el pecado que cometen, estas personas sugieren que Dios sencillamente sonríe ampliamente y mira para otro lado. «Mi Dios ama demasiado a la gente como para castigarla» –dicen al tiempo que cierran la cajita.
No hay caja que sea lo suficientemente grande como para meter a Dios en ella. Sus características son tan amplias que no podemos siquiera empezar a desentrañar la totalidad de su Ser. Es cierto que es un Dios de amor, pero tal como señala Isaías 2, también es un Dios temible: «Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, . . . y será abatido» (v. 12). Esa no es una acción de un Dios tolerante y permisivo.
Nuestra obligación como seguidores de Dios es conocerle lo más completamente que podamos. Necesitamos investigar sus características aparentemente opuestas e inclinarnos ante Él, nuestro glorioso, todopoderoso y complejo Señor.
Para fortalecer tu fe en Dios,
busca Su rostro.
NPD/--JDB