Lectura: Salmo 33:8-22
La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones.
–Proverbios 14:34.
Las palabras de Proverbios 14:34 podrían grabarse en la tumba de muchas civilizaciones: «La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones.» Pensamos que podemos construir una nación en base de su producto nacional bruto o defenderla con armamentos, pero Dios dice que los países se construyen sobre la base del carácter de sus habitantes.
El pueblo de la antigua China trató de protegerse de las multitudes bárbaras que bajaban desde el norte a arrasar con todo erigiendo la gran muralla china. La enorme pared tenía una longitud de 2.414 kilómetros. Tenía de 3,7 a 12 metros de ancho y de 6 a 15 metros de alto. La pared era demasiado alta como para que el enemigo la escalara, demasiado gruesa como para derribarla, y demasiado larga como para rodearla.
No obstante, durante los primeros cien años de la existencia de la muralla, China fue invadida tres veces. ¿Cómo pudo violarse la seguridad? Los enemigos simplemente sobornaron a un guarda que vigilaba la entrada y marcharon tranquilamente por una puerta. El fatal defecto en la defensa de China estaba en que gastaron sus riquezas en construir una pared, pero gastaron mucho menos para construir el carácter de los vigilantes.
Un mejor sistema de defensa a la larga no es lo que va a proteger a nuestra nación. Sin embargo, sí podemos contribuir a su seguridad siendo «irreprensibles y sencillos . . . sin mancha en medio de una generación maligna y perversa» (Fil. 2:15).
Una nación es tan fuerte
como lo sea el carácter de sus ciudadanos.
NPD/--HWR