Lectura: 1 Juan 1:5-2:2
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados. . . .
1 Juan 1:9.
La angustia en la voz de la persona que llamó revelaba su dolor. No era la primera vez que llamaba. La razón era siempre la misma. Había dicho y hecho algunas cosas que habían herido profundamente a su hermana, y ahora le costaba mucho sentirse perdonada.
No es que no hubiese hecho todo lo que la Biblia nos dice que hagamos. Lo había hecho. Confesó su pecado al Señor –más de una vez– y le pidió a su hermana varias veces que la perdonara completamente. Pero no podía aceptarlo. Simplemente no podía creer que realmente estaba perdonada.
¿Por qué algunas personas no pueden aceptar el perdón de Dios? La causa es muchas veces la incredulidad. Dios ha prometido perdonarnos si confesamos nuestros pecados (1 Jn. 1:9). Dudar de su perdón es dudar de su integridad. Somos perdonados porque Él lo declaró, no porque lo sintamos. No hay razón alguna para que dejemos que la incredulidad bloquee el gozo, la paz y la libertad que tenemos derecho a experimentar.
Tal vez no te sientas perdonado o perdonada. Pídele a Dios que te ayude a aceptar su perdón. Cree su verdad y rechaza las mentiras que te dicen tus sentimientos. Tu confianza lo glorificará y recobrarás tu gozo interior y tu paz.
Dios guarda su palabra. Por tanto, cuando le pedimos que nos perdone, podemos tener la confianza de que estamos perdonados.
Cuando Dios perdona
es tiempo de que olvidemos.
NPD/--DCE