Lectura: Génesis 16
¿Hay para Dios alguna cosa difícil?. . . .
–Génesis 18:14.
La gente siempre ha tenido la tendencia de querer «ayudar» a Dios cuando Él parece tardarse para cumplir sus promesas.
El Señor le había prometido a Abraham que su descendencia sería incontable como las estrellas y que de su propio envejecido cuerpo nacería un heredero (Gn. 15:1-5). Abraham creyó al Señor, pero a Sara se le agotó la paciencia. Ella convenció a Abraham para que tuviese hijos con su sierva Agar. Nació Ismael, pero ese no era el hijo de la promesa (17:18-21). Catorce años después, cuando Abraham y Sara eran muy viejos, Dios hizo lo imposible: Sara concibió y nació Isaac, el hijo de la promesa.
Una piadosa mujer compartió la siguiente historia: «Una vez, durante la ausencia de mi esposo, surgió una crisis. Necesitaba actuar rápidamente, pero me sentía completamente inútil. Finalmente oré así: «Señor, esto es imposible para mí. Vas a tener que hacerte cargo de todo. ¡Ni siquiera te puedo ayudar!» La mujer testificó que Dios entonces logró lo imposible cuando ella admitió su incompetencia.
Cuando dependemos de nosotros mismos, la gente ve lo que podemos hacer y nuestro testimonio es: «¡Qué bien lo hice!» Pero cuando dependemos de Dios, la gente ve lo que Él puede hacer y nuestro testimonio es: «¡Qué bien lo hizo Dios!» ¿Cuál testimonio darás hoy?
El enfrentar una imposibilidad nos da
la oportunidad de confiar en Dios.
NPD/--JEY