Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos . . . la tierra y todo lo que está en ella.
–Nehemías 9:6.
«En el principio» (Gn. 1:1) no es el único lugar en la Biblia donde leemos acerca de la creación. La extraordinaria obra de la creación de Dios no es un fenómeno de un solo pasaje. Tejidos por toda la Escritura hay recordatorios de que Dios dio forma a nuestro mundo, recordatorios que nos dicen una y otra vez lo vital que es creer que el universo y todo lo que hay en él vinieron a través de la obra maestra de su mano poderosa.
Necesitamos ese recordatorio. De lo contrario, podríamos ser fácilmente influenciados por la enseñanza que escuchamos continuamente de parte de algunos educadores que sostienen una perspectiva de los orígenes que excluye a Dios.
Sin embargo, esa no es la razón primordial para explorar lo que dice la Palabra de Dios sobre la creación. No. La razón primordial por la que necesitamos reconocer el papel de Dios en hacer que todo existiese es que le alabemos.
La Biblia nos dice que Dios creó: «la tierra sobre sus cimientos» (Sal. 104:5); el sol, la luna, las estrellas y los cielos (Sal. 148:1-5); «los confines de la tierra» (Is. 40:28); los relámpagos, la lluvia y el viento (Jer. 10:13); la gente (Mal. 2:10); «todas las cosas» (Ef. 3:9; Col. 1:16).
Mira a tu alrededor. Busca en la Biblia, la Palabra de Dios. Ve la mano del Dios todopoderoso. Y alábale por su obra poderosa y creativa.
LA OBRA DE CREACIÓN DE DIOS ESTÁ ACABADA;
NUESTRA ALABANZA ACABA DE EMPEZAR.