Lectura: Juan 13:2-20
. . . Cristo Jesús . . . el cual, . . . se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo. . . .
–Filipenses 2:5,7.
«El dinero es poder.» Ese principio mueve a la mayoría de las culturas del mundo. La gente se pelea por obtener riquezas, a menudo pagando el precio de la integridad personal, para adquirir el poder de vivir donde quieran y como quieran, y tener lo que quieran.
En una cultura que adora el dinero, los creyentes en Jesucristo están en peligro de hacer lo mismo. Algunos usan su dinero para controlar a sus familias, o puede que amenacen con dejar de dar a la iglesia si no se hace lo que ellos quieren.
¡Qué diferente de Jesús! Él tenía poder sobre las enfermedades y lo usaba para sanar a los enfermos. Tenía poder sobre el mar, y lo usaba para quitar el temor. Tenía poder para crear, y alimentó a miles. Tenía poder sobre el pecado, y perdonaba a los pecadores. Tenía poder sobre su propia vida, pero renunció a él voluntariamente para salvar a todo el que lo invoque (Romanos 10:13).
Jesús poseía todo el poder, pero lo usaba para servir a los demás. Los discípulos lo llamaron «Señor» en el Aposento Alto, y sin embargo, allí sólo fue un siervo (Juan 13:2-17). ¡Él les lavó los pies! Cuando Pedro protestó Jesús contestó: «Si no te lavare, no tendrás parte conmigo» (v.8).
En vez de usar el dinero o cualquier otra cosa para fines egoístas, úsalo para servir a los demás. Esa es la manera correcta de usar el poder.
MIENTRAS MÁS SIRVAMOS A CRISTO, MENOS SERVIREMOS AL YO.
NPD/ --DCE