Lectura: Salmo 147
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor. . . . Restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas. –Salmo 147:1,3 (NVI).
Al comienzo de este nuevo año, muchos periódicos y revistas publicarán una lista de personas notables y celebridades que murieron en los pasados 12 meses. Es posible que el nombre que alguien a quien admirábamos remueva los recuerdos que nos afectan de una manera especial.
También habrá una lista del año pasado escrita profundamente en nuestros corazones. ¡Cómo lamentamos la pérdida de aquellos cuyos nombres se encuentran en ella!: un padre, un vecino, una hermana, un amigo. En toda la vida, tal vez no haya un dolor más grande que el que se siente cuando muere alguien a quien amamos.
Cuando la pérdida y el dolor parecen demasiado difíciles de soportar, ¿a dónde podemos recurrir? El Salmo 147 declara que es el Señor quien «restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas» (v.3, NVI). Cuando se sufre un daño físico, la herida se trata inmediatamente, pero la sanidad toma tiempo. Dios sana nuestra aflicción de la misma manera.
El Salmo 147 nos puede ayudar a ti y a mí en ese proceso. El salmo comienza y termina con las siguientes palabras: «¡Alabado sea el Señor!» (NVI). En el intermedio celebra los atributos y las obras de Dios. Cuando leas el Salmo 147 hoy, escribe algo por lo que puedas alabar a Dios. Con cada nuevo día agrega otra cosa a la lista. A medida que te centres en el Señor, Él sanará tu corazón y podrás elevar tu voz en una alabanza a Él cada vez mayor.
LA ALABANZA PUEDE QUITAR LA CARGA DE LA AFLICCIÓN.
NPD/--DCM