Lectura: Gálatas 3:19-25
. . . la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. –Gálatas 3:24.
Durante las fiestas navideñas, una organización atea colocó un cartel junto al adorno de Navidad de la comunidad de Madison, Wisconsin. El mismo decía flagrantemente: «En esta época de solsticio de invierno, que prevalezca la razón. No hay dioses, ni diablos, ni ángeles, ni cielo ni infierno. Sólo existe nuestro mundo material. La religión no es más que un mito y una superstición que endurece los corazones y esclaviza las mentes.»
En la parte trasera de ese cartel había una advertencia: No robar. Esa advertencia, por supuesto, es uno de los Diez Mandamientos. ¡Qué irónico que la gente que no cree en la existencia de Dios use una de sus leyes para impedir que alguien se lleve su cartel! Si no hay ningún Dios que establezca la diferencia entre el bien y el mal, ese mandamiento es una directriz humana que no tiene autoridad.
El Señor dio los mandamientos para mostrarnos nuestra maldad y nuestra necesidad de perdón (Gá. 3:24). Luego vino a este mundo a Belén en la persona de Jesucristo para que pudiésemos ser justificados por fe en Él. Ese adorno de Navidad y las palabras en la parte trasera del cartel de los que protestaban dan testimonio del nacimiento de nuestro Salvador y de la necesidad que tenemos de Él.
Gracias a Dios por ser el Dador de la ley que vino a la tierra a redimir a los que violamos la ley.
EL AMOR DE DIOS SE HIZO CARNE EN BELÉN.
NPD/--VCG