Lectura Bíblica: 1 Juan 4:7-12
«…amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios»
INTRODUCCIÓN
En las relaciones de Dios con el hombre a través de la historia hay un factor que predomina por sobre los demás sentimientos y pasiones que conocemos o imaginamos. Es el amor de Dios hacia nosotros los humanos. Conocemos el amor humano: de una madre, de un hermano o hermana, de un familiar o aun de un amigo, pero, ¿cómo conocer y apreciar el amor con que nos ha amado Dios?
EL AMOR EN LA ADOPCIÓN
El reclamo de Dios
La Palabra nos dice en la carta de Pablo a los Efesios (1:4-5) que Dios nos escogió o predestinó antes de ser creados para darnos categoría de hijos suyos.
El método de Dios
¿Cómo? ¡Nos adoptó! Esta adopción equivale a prohijarnos, una relación que refiere la presencia predominante del amor —atributo que es esencial en el vínculo paternal (Ro 8:15; 9:4; Gal 4:5; Ef 1:5).
El proceso de Dios
Hay que agregar un detalle estimulante y es que en este proceso, Dios mismo es el que crea la criatura después de adoptarla, y la arropa con su amor divino (Col 3:10-12).
EL AMOR EN EL PERDÓN
Amor perdonador que sobrepasa nuestro pecado
Dios nos crea con libertad (Gn 2 y 3). Pero, ante la obstinación de internarnos en las sombras del pecado, Dios también invierte su amor para perdonarnos (Ro 5:8).
Amor perdonador que nos rehabilita
Esta gracia excepcional la promueve por medio de Jesucristo, ilustrada en la parábola del Hijo Pródigo, donde el padre recibe al hijo desertor, lo festeja y lo rehabilita en toda su dignidad humana (Lc 15:11-24).
EL AMOR EN LA REDENCIÓN
Un amor divino cuyo plan de salvación es perfecto
Ya que la redención del hombre es el plan de Dios, no puede fracasar. Dios, además de adoptamos, invierte su amor para perdonar nuestros pecados y nos redime mediante la preciosa sangre de Jesucristo (Ro 5:8-11).
Un amor divino dispuesto a pagar el costoso precio
La redención es una liberación mediante un precio. Al pagar en precio demandado por la justicia de Dios, Jesús volvió a comprar lo que antes le perteneció (1 P 1:18-21), ya que Él nos había creado (Co 1:16).
Un amor divino que nos abraza
El Dios que nos adoptó por su gracia espontánea y nos perdonó por su gran amor, es el mismo Dios que nos redime mediante ese altísimo precio que paga: la muerte de su único Hijo (Ef 1:4-8). ¡Qué amor!
EL AMOR EN LA NAVIDAD
La Navidad significa el advenimiento de Dios a nuestro medio
El eterno Hijo de Dios nace en el pesebre de Belén con el propósito de compartir con el hombre su propia naturaleza y su propio espíritu.
Esta decisión de compartir su amor se traduce, en los que creen en Él, en una emoción y un sentimiento que requiere expresión, comunicación y celebración.
Es por ello que esta época se convierte en tiempo de alegría y de expansión a nuestros seres más quelidos. La Navidad está impregnada de afecto y de amor.
La Navidad es un regalo de Dios impregnado de una doctrina
Algunos sociólogos lo llaman «otroridad», es decir, acciones que están dirigidas a otras personas, haciéndolas objetos de la gracia a sus prójimos. La parábola del “Buen Samaritano” lo ilustra.
El apóstol Juan, que recibió en forma privilegiada las influencias de ese amor divino, tiene sobrada motivación para promover en nosotros el ejercicio de ese sentimiento. Él recoge en su evangelio (Jn 15:12) el mandato de Jesús: «que os améis los unos a otros como yo os he amado».
En la porción bíblica de Juan que se refiere al plincipio de este tema, el verbo amar se menciona quince veces en distintas formas, una prueba evidente del efecto cautivador que produjo en su alma la encarnación del amor de Dios en Jesucristo. No solo fue su maestro y amigo, sino también su Dios eterno.
CONCLUSIÓN
El amor es el sentimiento que predomina en las relaciones que Dios mantiene con el hombre.
Dios siempre revela su amor por el hombre en las diferentes frases o etapas de esa relación.
En la adopción, mediante la cual nos hace hijos suyos.
En el perdón que nos otorga, a pesar de nuestras transgresiones.
En la redención mediante el sacrificio de Jesucristo.
La encarnación de Dios en Jesucristo contiene el propósito de Dios de convivir con el hombre y encarnar este amor divino en sus hijos.
El amor navideño se origina en Dios y es transferido por los hijos de Dios en amor al prójimo.
AYUDAS HOMILÉTICAS
El símbolo más notorio de la Navidad es, sin duda, el regalo. Toda la motivación de esta temporada se centra en el regalo que debe dar expresión singular de amor a la persona que es objeto de nuestro sentimiento. El primer regalo que debemos apreciar en cada Navidad es el que nos hizo Dios en un humilde pesebre en la aldehuela de Belén.
Una definición de amor que se encuentra en los diccionarios dice que es «un sentimiento que inclina el ánimo hacia alguien o algo». Enfatice en su predicación que, en lo referente al amor de Dios, ese alguien es el ser humano, sin distingos de ninguna clase.
El apóstol Juan en su primera epístola hace las siguientes referencias al amor:
Todo aquel que ama conoce a Dios.
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos.
El que no ama a su hermano, permanece en muerte.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros.
Podría usar aquí la ilustración del ateo que quizo salvar las aves, que aparece en la Guía Pastoral, Doctrina #7: María, mujer favorecida, ¿Por qué Dios se hizo hombre? (última página).
Dios concibe la redención del hombre en términos que conllevan una compensación de convivencia en su reino. Pero Dios quiere también que el hombre anticipe esa convivencia aquí, en su propio escenario terráqueo.
(Escrito Por Liberato Vega)