Lectura: Romanos 6:1-14
. . . presentaos vosotros mismos a Dios . . . como instrumentos de justicia. –Romanos 6:13.
Unos cuantos días antes de Navidad, la hija de 3 años del pastor Jeff Callender estaba muy entusiasmada con todos los regalos. El pastor escribió: «Una mañana empezó a recoger, a examinar, a sacudir y a tratar de adivinar lo que había dentro de cada paquete. Luego, como por inspiración, agarró un lazo rojo grande que se había caído de uno de los regalos y se lo puso sobre la cabeza. Me miró con ojos centelleantes y con una amplia sonrisa me dijo: «Mira papi. ¡Soy un regalo!»»
Todo hijo de Dios debería decir eso al Padre celestial. En vista de todo lo que Él ha hecho por nosotros hemos de ofrecernos a Él libremente, incluyendo nuestros cuerpos. Al hacerlo, haremos «morir las obras de la carne» (Ro. 8:13), y nos presentaremos al Señor como sacrificio vivo (Ro. 12:1). Los que verdaderamente se rinden por completo al Señor pueden decir, junto con Pablo: «. . . será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte» (Fil. 1:20).
La Navidad es la época en que conmemoramos el mayor regalo de Dios a la humanidad: su Hijo Jesucristo. Al contemplar el amor que motivó ese regalo, que nuestra respuesta sea rendir nuestras vidas a Él para su gloria.
Hagámonos eco de las palabras de esa niña: «Mira, padre. ¡Soy un regalo!»
SI QUIERES HACER ALGO IMPORTANTE
CON TU VIDA, ENTRÉGASELA A DIOS
NPD/ --RWD