Lectura: Efesios 1:1-14
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito. . . . –Juan 3:16.
Natán, de 8 años de edad, trabajó arduamente (con un poco de ayuda de su abuelo) en la construcción de una pajarera que quería regalar a su madre en Navidad. Se refería a ella como su «proyecto secreto». La ideó con mucho cuidado y le puso toda su energía. Pero lo más importante es que estaba motivado por el amor.
Antes de comenzar, Natán calculó el número de horas que pensaba tomaría construirla (71/2), y decidió de qué color la debía pintar (amarilla con techo azul). La mañana de Navidad insistió en que fuera el primer regalo que abriera su madre, y su rostro se iluminó cuando ella dijo que le gustaba mucho.
Natán entregó aquel regalo en el verdadero espíritu de aquel Regalo cuyo nacimiento celebramos en Navidad. Dios el Padre, motivado por su gran amor, «ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él» (Jn. 3:16,17).
Piensa en el amor del Padre que lo llevó a entregar el inapreciable regalo de su Hijo, el cual es parte de su plan eterno (Ef. 1:4,5; 3:11). El regalo de amor de Dios debería llenarnos de profunda gratitud y gozo. Proclamemos juntos: «¡Gracias a Dios por su don inefable!» (2 Co. 9:15).
EL MEJOR REGALO
QUE UNA PERSONA PUEDE RECIBIR
ES CRISTO.
NPD/--DCE