Lectura: Lucas 2:21-35
Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. –Lucas 2:19.
Una Navidad vi un dibujo animado que mostraba a un niño mirando fijamente la vitrina de una tienda y leyendo un cartel que decía: ¡QUE TENGAS LA MEJOR NAVIDAD DE TODAS! Él se quedó pensando y dijo: «Es bien difícil superar la primera Navidad!»
Hace años, mi esposo y yo tuvimos una experiencia que llevó nuestra atención a aquella primera Navidad. A mediados de diciembre di a luz a un niño prematuro que habíamos deseado mucho. Mientras nuestro «pequeñito Tim» luchaba por la vida, lo llevaron de emergencia a otro hospital. Luego, a muchos kilómetros de distancia de nosotros, murió solito. La Navidad aquel año no fue feliz sino triste.
Sin embargo, en medio de nuestra tristeza, Dios nos conmovió con un vislumbre de su Navidad original. Vimos que Dios también supo lo que era tener los brazos vacíos, pero en una escala mucho mayor. Su bebé había nacido para morir: una muerte que traería vida eterna para todos. Al igual que María, acariciamos y meditamos esas cosas en nuestros corazones. Poco a poco, la infelicidad que había amenazado con restarle significado a la Navidad más bien la engrandeció. Con el tiempo, aquella Navidad fue la más significativa de todas las que habíamos tenido.
Una vez más, la Navidad este año será inevitablemente triste para mucha gente, tal vez para ti. ¡Anímate! La Navidad no tiene que ser feliz para que sea significativa. Es al Cristo de la Navidad que celebramos, no la Navidad en sí. ¡Medita en Él!
PARA QUE LA NAVIDAD TENGA SIGNIFICADO,
PON A CRISTO EN PRIMER LUGAR.
NPD/--JEY
Navidad, tiempo de amar y refleccionar.