En los tiempos bíblicos, la duración del banquete de bodas dependía de la capacidad económica del que organizaba la fiesta. Como nuestro Padre es el dueño de todo, aquel banquete de bodas será el más largo de toda la historia. ¡Durará mil años!
En varias partes del Nuevo Testamento dice que ese acontecimiento tendrá lugar en la tierra, y que sin duda involucra a Israel (véase Mateo 22:1-14, Lucas 14:16-25, y Mateo 25:1-13, que espera el retorno del Novio y de la novia. La fiesta de bodas será en la tierra).
¿Quién estará presente en esta gran ocasión? El centro de atención será Jesucristo, el Novio. Ningún banquete de bodas está completo sin la presencia de la novia, en este caso la Iglesia. Pero aun así hay otros invitados. Yo creo que Israel (milagrosamente convertido durante la tribulación) estará presente, junto con los santos que sobrevivan a la tribulación y los santos del Antiguo Testamento resucitados (véase Daniel 12:2). Algunos de estos «invitados» pasarán al reino de mil años con sus cuerpos mortales, mientras que los que vuelvan a la tierra con el Novio (es decir, la iglesia y los santos resucitados del Antiguo Testamento) tendrán cuerpos inmortales.
Imagínese mil años de luna de miel con el Señor Jesucristo. Recuerde que esto es solo el principio.
La Persona de la profecía
Juan oyó grandes cantos de aleluya y amén entonados por coros celestiales, y a un ángel (¡Cómo usa Dios a estos mensajeros celestiales!) anunciando el banquete de las bodas. Juan estaba tan sobrecogido que cayó postrado rindiéndole culto al ángel.
Aquel poderoso ángel fue el mencionado en Apocalipsis 18:1, donde dice que tenía gran autoridad y esplendor. Creo que si yo viera a un ángel así, también caería de rodillas.
Pero el ángel le dijo a Juan que no lo adorara porque él sencillamente era otro siervo de Jesús: «Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía».
La profecía no es un vidente, un astrólogo, o un adivino. La profecía es una Persona.
Si aquel poderoso ángel se negó a ser adorado, ¿cómo es que cualquier otro ser creado puede tener la osadía de exigir adoración? La mayoría de religiones del mundo tienen un personaje al que adoran como dios. Estos hombres (y mujeres) son falsos cristos y algún día sus reinos se harán polvo. Pueden florecer y seducir a sus seguidores por algún tiempo, pero no tienen ningún futuro si no se arrepienten y reciben a Jesús como Salvador.
¡Vi un caballo blanco!
No puedo describir el abrumador evento proclamado por el coro, ¡Aleluya! ¡Amén!. Por segunda vez, Juan ve abrirse el cielo. La primera vez Jesucristo tomó a los santos con Él en el rapto. Esta vez, en su segunda venida vendrá con ellos.
Vendrá montado en un semental blanco que para el mundo antiguo era una figura de conquista. La descripción de Juan es tan impresionante que solo con leerla me corre un escalofrío por la espalda.
«Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS» (Apocalipsis 19:11-13).
Todos podremos ver ese evento. Algunos han dicho que no necesitaremos de la tecnología, que Cristo es capaz de escenificar su regreso sin necesidad de la ciencia. Aunque esto es cierto, sin embargo, para nosotros es aun más creíble por el avance de las comunicaciones satelitales. Los creyentes del primer siglo no podían comprender lo que hoy es posible para nosotros.
Desde los profetas del Antiguo Testamento hasta los creyentes de hoy, millones de santos han anhelado el momento en que puedan ver a Jesús volviendo a la tierra como el Rey de reyes y Señor de señores para establecer su reino de paz y justicia en este abatido planeta. Es emocionante saber que seremos parte del gran ejército que volverá con El.
Para mí es asombroso que tantos maestros y pastores en el liderazgo cristiano duden de que Cristo va a volver en persona. Sin creer en la segunda venida, también podríamos eliminar muchos pasajes de nuestra Biblia. En el Antiguo Testamento el profeta Zacarías predijo (quinientos años antes del nacimiento de Cristo) que sus pies se posarían sobre el Monte de los Olivos, al que un gran terremoto partirá en dos (véase 14:4). ¡Cristo volverá al mismo lugar del que partió! En el Nuevo Testamento Él les habla a sus discípulos sobre su retorno y describe los eventos que lo precederán (véase Mateo 24:27-31).
Cuando Jesús vuelva, vendrá a ejecutar el juicio sobre los que lo han rechazado a lo largo de las edades. En su primera venida fue el Cordero que vino a quitar los pecados del mundo, pero en su segunda venida es el «Fiel y Verdadero» cumpliendo cada una de sus promesas. Sus flameantes ojos penetrarán los corazones de los que lo negaron, y su ropa se manchará con la sangre de sus enemigos.
Las coronas que ceñirá tendrán los muchos títulos que ha recibido. Nuestra mente finita no puede comprender los infinitos nombres de Jesús. Cuando cantamos, «¡Toda honra, gloria y poder sean dadas al nombre de Jesús! Que los ángeles traigan la corona real, se postren y coronen al Señor de todo», estamos proclamando su segunda venida.
Ejércitos vestidos de blanco
Cuando volvamos con Él tendremos inmaculados uniformes blancos y montaremos hermosos caballos blancos. Con frecuencia me pregunto: ¿Cómo podremos ser parte del ejército que entrará en la batalla de Armagedón sin que nuestra ropa se manche de sangre? Entonces me doy cuenta que la batalla terminará cuando el Señor hable. Nadie levantará un dedo contra nosotros.
«De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones» (Apocalipsis 19:15), y todos sus enemigos serán destruidos. Los creyentes de la tribulación que aun estén vivos en ese momento serán liberados de cualquier otro tormento.
Buitres en el último campo de batalla
No disfruto al escribir acerca de esta escena. Ha sido estremecedor saber que seremos bendecidos con una invitación al banquete de bodas del Cordero, pero es deprimente entender que millones de impenitentes y endurecidos seguidores del Anticristo y del falso profeta estarán presentes durante un tiempo breve en lo que se llama «la gran cena de Dios».
Esta es la repugnante escena final de Armagedón:
«Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes» (Apocalipsis 19:17-18) .
Me alegra haber confirmado mi asistencia al banquete de las bodas del Cordero, ya que en la otra cena en lugar de comer alimentos, los participantes serán la comida.
La bestia, el falso profeta y todos los reyes de la humanidad
El Anticristo romano y el falso profeta, que habrán lavado el cerebro de los incrédulos para que los sigan, inmediatamente serán juzgados por el Señor Jesucristo. Sus últimas obras de maldad serán tan monstruosas que serán lanzados vivos al «lago de fuego que arde con azufre» (véase Apocalipsis 19:20).
El juicio sobre este diabólico dúo será inmediato. Ellos serán lanzados al lugar que describiré en el próximo capítulo como la «muerte segunda». No estarán presentes en el juicio del gran trono blanco que tendrá lugar al final del reinado de los mil años de Cristo en la tierra.
La bestia y el falso profeta serán los primeros habitantes del infierno eterno.
Hoy, ¿quién cree en el infierno?
Si fuéramos a un programa de opinión en la televisión nacional y diéramos nuestros puntos de vista sobre la realidad del infierno, no llegaríamos a ser muy populares, ni nos creerían. El infierno no está «de moda» en nuestro tiempo. El historiador de la iglesia Martin Marty dijo: El infierno desapareció, y nadie lo notó»?
«Incluso los evangélicos de teología conservadora están perdiendo su gusto por el fuego y el azufre…», dice el sociólogo de la Universidad de Virginia James Hunter, autor de dos libros sobre evangelización contemporánea. «Muchos evangélicos encuentran difícil concebir que algunas personas, especialmente incrédulos buenos, vayan al infierno».
Hemos oído decir que si el infierno ha desaparecido de la actual escena teológica, ¿podrá el cielo estar aún más lejos?
Dentro de ciertos círculos religiosos de teología liberal ya no hace parte de la conversación formal. «No existen tales cosas como el infierno o el cielo» observa el teólogo de la Iglesia de Cristo Unida, Max Stackhouse, profesor de la escuela de teología Andover-Newton. «La opinión prevaleciente es que cuando uno muere queda muerto, pero Dios sigue en control».
Jesús tenía el corazón más compasivo que jamás haya latido en ser humano, y aún así habló sobre el infierno, advirtió sobre infierno y describió el infierno. Sin embargo, la mayoría de los predicadores de hoy exalta las glorias del cielo, pero reprime los horrores de infierno.
Yo creo en la Biblia. Ella nos dice que el cielo y el infierno son reales. También nos dice que Jesús volverá otra vez. ¿Cómo debemos responder nosotros? Algunos se mantendrán sin modificar su pensamiento o acciones ante el conocimiento de este impresionante evento. Otros volverán a tener el fuego del primer amor en sus corazones.
¿Cuál es su respuesta?
Puesto que Cristo viene otra vez…
1. Debemos abstenernos de juzgar a otros. Cuando Cristo vuelva, «el Señor… aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios» (1 Corintios 4:5).
2. Debemos celebrar la Cena del Señor. «Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga» (1 Corintios 11:26).
3. Debemos relacionarnos entre nosotros con amor. «Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos» (1 Tesalonicenses 3:12, 13).
4. Debemos consolar al afligido. «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero» (1 Tesalonicenses 4:16).
5. Debemos comprometernos de nuevo al ministerio. «Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (2 Timoteo 4.1, 2).
6. No debemos descuidar la Iglesia. «No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (Hebreos 10:25).
7. Debemos permanecer firmes. «Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca» (Santiago 5:8)
8. Debemos alcanzar para Jesucristo a los perdidos. «A otros salvad, arrebatándolos del fuego» (Judas 23).
9. Debemos renunciar al pecado en nuestras vidas (1 Juan 2:28-29)
10. Debemos alcanzar a los perdidos para el Señor Jesucristo (Judas 20-23)
La profecía no es una simple inscripción puesta en una enciclopedia para satisfacer el interés intelectual. Apocalipsis no fue escrito para que se lo refunda en los recovecos de la curiosidad cristiana.
Creer en la profecía bíblica debe motivarnos a despoblar el infierno. Si la tarea parece muy agobiante, considere un pequeño paso: ore para que una persona escuche el evangelio antes de que sea demasiado tarde. Esta es una de las cosas que podemos hacer.
(Escrito por Dr. David Jeremiah)