La perfección del universo declara que es obra de Sus manos
En el universo, todas las cosas están destinadas para un propósito. Consideremos la masa y el tamaño de este planeta en que hemos sido colocados. Son justamente los correctos, para recibir del sol la cantidad correcta de calor y de luz. Si la tierra estuviera más lejos, nos congelaríamos; y si estuviera más cerca, no podríamos sobrevivir.
Ninguno de los otros planetas está inclinado como el nuestro: a 23 grados. Si no fuera así, se acumularían grandes masas de hielo en los polos, y la parte central de la tierra se volvería intensamente caliente.
Si alguien sacara a la luna alguna vez de su órbita, toda la vida se acabaría en la tierra. Dios ha provisto la luna como una sierva para que limpie los océanos y las costas de todos los continentes. Sin la mareas que crea la Luna, todos nuestros puertos y playas se convertirían en un pozo lleno de basura. Con las mareas, las olas rompen en las costas y airean los océanos, proveyendo oxígeno para el plancton, fundamento de la cadena alimenticia.
Tenemos la maravilla de la atmósfera. Ninguna otra atmósfera contiene las mismos elementos que la nuestra, los cuales se van mezclando en forma continua mediante los efectos de marea que la luna produce sobre ella. Aunque el hombre descarga una tremenda cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, éste es absorbido por el océano, y el hombre puede continuar viviendo.
También tenemos la maravilla del agua. Este asombroso líquido existe como hielo, que resquebraja las piedras y produce suelo. Como nieve, almacena agua en los valles. Como lluvia, riega y purifica la tierra. Como vapor en la naturaleza, provee humedad para la mayor parte de las tierras arables. Existe como cubierta de nubes, precisamente en la cantidad correcta: 50 % de la superficie terrestre está cubierta por ellas en cualquier tiempo, lo cual permite que pase la correcta cantidad de luz solar. Cuando se congela, es más liviana y flota. Si no fuera así, los lagos y ríos se congelarían desde el fondo hacia arriba y matarían todos los peces. Las algas quedarían destruidas y nuestra provisión de oxígeno se acabaría, y la humanidad moriría.
Aun el polvo realiza una increíble función a favor de la humanidad. Si no fuera por el polvo, nunca veríamos el cielo azul. A 27 Km. por encima de la tierra, no hay polvo de la tierra, y el cielo es siempre negro. Si no fuera por el polvo, nunca llovería. Una gota de lluvia se compone de ocho millones de minúsculas gotitas de agua, y cada una de esas gotitas envuelve una ínfima partícula de polvo. Sin éstas, el mundo se resecaría y la vida dejaría de existir.
(Extractado de: James Kennedy, en Por qué creo).