Cuando se sintió abrumado por la desesperación David tuvo que volver al remedio seguro: poner otra vez su mira en el Señor. Él sentía que su espíritu desfallecía y con humildad clamó a Dios: «Hazme oír por la mañana tu misericordia» (v.8).
Los altibajos emocionales y espirituales tienden a desequilibrarnos mentalmente; nos hacen pensar en cientos de cosas que pueden suceder, al mismo tiempo que tratamos de hallarle una solución rápida a la situación. No es fácil reaccionar con calma, y a veces hasta las tareas cotidianas se convierten en una carga.
El Señor conoce nuestra mente y nuestro corazón. Él puso en nosotros la capacidad de ser sensibles y de relacionarnos con los demás, por eso no se sorprende cuando un choque emocional nos causa dolor.
Cuando esto sucede el Señor nos dice: «Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado» (1 Pedro 1:13).
La manera de salir del sopor espiritual que a menudo acompaña las pruebas duras es teniendo el punto de vista correcto del plan de Dios para nuestra vida. Luego podremos decir: «Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás; por tu justicia sacarás mi alma de angustia» (Salmo 143:11).
«No pido que mi carga sea más ligera, sino que mi espalda sea más fuerte».
– Phillips Brooks –
muy profundo el mensaje.LOS BENDIGO AMEN