“Dar gracias, aun cuando no nos sentimos agradecidos, tiene un impacto poderoso en todas las áreas de nuestras vidas”.
El Día de Acción de Gracias con frecuencia es el tiempo en el cual usted y yo hacemos una pausa para reflexionar acerca de las bendiciones de Dios durante el año pasado. Al dar un vistazo a los últimos doce meces, estoy seguro de que usted tiene mucho por lo cual estar agradecido.
Quizá brote una sonrisa en su rostro al reflexionar con gozo y gratitud por todo lo que Dios ha hecho por usted. Pero, puesto que la adversidad es parte de nuestra vida, confrontamos esta realidad con la palabra firme de instrucción procedente de la Palabra de Dios:
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:18)
Permítame compartir con usted algunas palabras de aliento que pueden ayudarle a dar gracias tanto en los tiempos malos como en los buenos.
Es importante recordar que el mandamiento de Dios de dar gracias se refiere a una acción, no a una emoción. Dar gracias no tiene nada que ver con los sentimientos; es un acto de nuestra voluntad — una decisión que tomamos en obediencia a Dios.
Dar gracias a Dios en circunstancias adversas nos hace recordar la presencia de Dios y nos asegura que no estamos solos. Esa acción de gracias transfiere nuestro enfoque, de nuestras cir- cunstancias al Dios todopoderoso que no nos dejará ni nos desamparará.
El acto de dar gracias nos infunde energías cuando estamos agotados y exhaustos ante la situación. Al volvernos a Dios en gratitud, aunque estemos en lugares difíciles, la paz que sobrepasa todo entendimiento reemplaza nuestra ansiedad a medida que el Espíritu Santo nos consuela y nos sostiene. Conforme a su promesa podemos estar seguros de que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28). A eso se debe que en las circunstancias más adversas podemos dar gracias.