Lectura de la Biblia: Juan 4: 7-26
La mujer samaritana fue una de las primeras personas a quien Jesucristo se dio a conocer como el Mesías. Los judíos por lo general consideraban a los samaritanos una raza inferior, una mezcla entre judíos y gentiles. Por otro lado, los samaritanos no consideraban el templo en Jerusalén su centro de adoración.
No obstante estas barreras culturas y raciales, el Señor mostró un interés personal por la mujer samaritana. La Escrituras dice que ella se había casado varias veces y el hombre con quien vivía no era su esposo. Warren Wiersbe dice al respecto: «En obediencia a lo prescrito por el Padre, Cristo se dirigió a Samaria. Allí se encontraría con una mujer a la cual le hablaría de la salvación.
«El Señor no hace acepción de personas. En Juan capítulo 3 él aconseja a un personaje judío de alto rango y muy religioso. En el capítulo 4 lo vemos testificando a una mujer samaritana adúltera. En aquellos días se consideraba inaceptable que un hombre, y mucho menos un rabino, hablara en público con una mujer extraña (Juan 4.27). Pero para el Señor lo más importante en ese momento era la salvación de una persona, no las costumbres de la gente».
Cristo vino al mundo con un solo propósito: a morir por nosotros y a redimirnos del pecado.